Cuando una persona pone todo su empeño y fuerza en realizar un trabajo, es porque el fruto de ese trabajo le va a proporcionar un bienestar superior al malestar que supone el tener que hacer dicho trabajo. Por ejemplo, si yo me mato a currar un verano no es por placer, sino porque quiero conseguir dinero con el que sobrevivir durante el curso y tener mis gastos, los cuales compensarán ese verano perdido sin ninguna duda. Lo que quiero decir es que si el trabajo es mío, los frutos obtenidos de ese trabajo quiero que estén disfrutados por mí y por nadie más, que no trabajo por gusto. Podría darse el caso, por ejemplo, de que yo gane un dinero y lo emplee en actividades de las que terceros podrían verse beneficiados (porque quiero que se beneficien). Un ejemplo sería si, habiendo sido yo el que ha trabajado, invito a mi hermano con ese dinero mío a comer a un restaurante, pero aún así habría que decir que si hago esto es porque, al fin y al cabo, me proporciona una cierta satisfacción el ver a mi hermano disfrutando de mi trabajo, porque es mi hermano, y le quiero. Es decir, la última razón por la que trabajo (y que sostiene a todas las demás razones) es porque me beneficia A MÍ, no trabajaría por nadie porque sí. Si yo siembro los frutos, yo recojo los frutos y yo me como los frutos, es simple.
¿Y todo esto a qué viene? Pues viene a que podríamos aplicar el mismo esquema al campo del desarrollo de las revoluciones. ¿Por qué alguien hace la revolución? Porque siente que su situación actual es desdichada y espera que tras haber hecho la revolución esa situación va a cambiar a mejor. ¿Y pueden hacer esa revolución unos pocos? Por poder claro que pueden. Por ejemplo, la lucha que se está llevando a cabo contra el Plan Bolonia en todo el Estado español. No todos los estudiantes están luchando, sino que muchos de ellos no van a las asambleas, no se encierran, no van a las manifestaciones o incluso ni siquiera les importa. Es decir, ante este panorama, si se logra paralizar Bolonia en España habrá sido gracias SÓLO a esos estudiantes que se están dejando la piel en la lucha contra ese infame plan, aunque luego TODOS los estudiantes se beneficien de los frutos obtenidos. Lo que quiero decir es que, por poder, las revoluciones sí pueden hacerse con unos pocos. Ahora bien, ¿hasta qué punto sería eso productivo y bueno? Porque si al hacer un trabajo, los frutos me los como yo y sólo yo (que he sido el que ha estado currando); al hacer la revolución, los beneficios los disfruto yo y sólo yo también (o al menos ese será el sentimiento que voy a tener). Es decir, tras haber hecho la revolución, si yo me he dejado los huevos en conseguir lo que he conseguido, no miraré con muy buenos ojos a aquél que, mientras yo luchaba, se tocaba las narices viendo cómo yo sí lo hacía, asumiendo los riesgos que ello conlleva. Pensaré que esa persona me debe algo, me sentiré con más autoridad que él (pues para algo yo he trabajado mientras él se tocaba los huevos, ¡no te jode!), y esto en el ámbito de las revoluciones que estamos hablando se traduce en algo muy sencillo: salen líderes. Si sólo unos pocos luchan, si sólo unos pocos se arriesgan para conseguir algo que va a beneficiar a todos, es lógico que estos únicos luchadores se sientan como los legítimos líderes y dueños de la nueva situación, ya que ellos y sólo ellos son los que la han creado, y también porque el no considerarse líderes implicaría el considerarse esclavos, pues habrían estado luchando PARA el pueblo, a su servicio. Es decir, se considerarían líderes porque, a su juicio, ellos no han luchado PARA el pueblo, sino que han luchado POR el pueblo.
Por eso una revolución anarquista no puede hacerse con unos pocos, porque saldrían líderes, y esto choca frontalmente con los intereses de la sociedad anarquista. Y por eso la revolución anarquista no puede ser ni PARA el pueblo ni POR el pueblo, sino que tiene que ser CON el pueblo, todos juntos. De ahí la importancia de la difusión de la idea. ¿Es difícil? Sí, pero nadie dijo que sería fácil.
¿Y todo esto a qué viene? Pues viene a que podríamos aplicar el mismo esquema al campo del desarrollo de las revoluciones. ¿Por qué alguien hace la revolución? Porque siente que su situación actual es desdichada y espera que tras haber hecho la revolución esa situación va a cambiar a mejor. ¿Y pueden hacer esa revolución unos pocos? Por poder claro que pueden. Por ejemplo, la lucha que se está llevando a cabo contra el Plan Bolonia en todo el Estado español. No todos los estudiantes están luchando, sino que muchos de ellos no van a las asambleas, no se encierran, no van a las manifestaciones o incluso ni siquiera les importa. Es decir, ante este panorama, si se logra paralizar Bolonia en España habrá sido gracias SÓLO a esos estudiantes que se están dejando la piel en la lucha contra ese infame plan, aunque luego TODOS los estudiantes se beneficien de los frutos obtenidos. Lo que quiero decir es que, por poder, las revoluciones sí pueden hacerse con unos pocos. Ahora bien, ¿hasta qué punto sería eso productivo y bueno? Porque si al hacer un trabajo, los frutos me los como yo y sólo yo (que he sido el que ha estado currando); al hacer la revolución, los beneficios los disfruto yo y sólo yo también (o al menos ese será el sentimiento que voy a tener). Es decir, tras haber hecho la revolución, si yo me he dejado los huevos en conseguir lo que he conseguido, no miraré con muy buenos ojos a aquél que, mientras yo luchaba, se tocaba las narices viendo cómo yo sí lo hacía, asumiendo los riesgos que ello conlleva. Pensaré que esa persona me debe algo, me sentiré con más autoridad que él (pues para algo yo he trabajado mientras él se tocaba los huevos, ¡no te jode!), y esto en el ámbito de las revoluciones que estamos hablando se traduce en algo muy sencillo: salen líderes. Si sólo unos pocos luchan, si sólo unos pocos se arriesgan para conseguir algo que va a beneficiar a todos, es lógico que estos únicos luchadores se sientan como los legítimos líderes y dueños de la nueva situación, ya que ellos y sólo ellos son los que la han creado, y también porque el no considerarse líderes implicaría el considerarse esclavos, pues habrían estado luchando PARA el pueblo, a su servicio. Es decir, se considerarían líderes porque, a su juicio, ellos no han luchado PARA el pueblo, sino que han luchado POR el pueblo.
Por eso una revolución anarquista no puede hacerse con unos pocos, porque saldrían líderes, y esto choca frontalmente con los intereses de la sociedad anarquista. Y por eso la revolución anarquista no puede ser ni PARA el pueblo ni POR el pueblo, sino que tiene que ser CON el pueblo, todos juntos. De ahí la importancia de la difusión de la idea. ¿Es difícil? Sí, pero nadie dijo que sería fácil.
Es un tema gordo en sociología este de que luchan pocos para el beneficio de todos, también hay que pensar que cuanto más crece un movimiento social, más les cuesta a los renegados escaquearse, se ve claramente en las huelgas: una que tenga un segumiento del 90%, ya tienen que tener buenas razones los que no hacen huelga para que se les siga considerando "compañeros".
ResponderEliminarAplicado esto a las revoluciones, yo creo que quizás dependa del cómo las entendamos, me explico, una revolución marxista la pueden hacer pocos porque su fin es tomar el poder del parlamento. ¿Una revolución anarquista podría hacer esto? claramente no, para abolir el Estado no vamos 100 personas a tomar el parlamento nacional, porque no ibamos a utilizar el aparato estatal. Iríamos 100 a apropiarnos de nuestros centros de trabajo, cancelaríamos nuestras nóminas y haríamos una caja común para formar asambleas de barrio federadas entre sí...etc libre creatividad, ya sabes.
Como tu dices, éstas revoluciones son más difíciles, claro, y añado, pero también son genuinamente más revoluciones: las estructuras son más horizontales, exige un previo entrenamiento autogestionario, todos nos sentimos dueños de nuestras vidas al no tener amos, en fin, se generan otro tipo de relaciones sociales más libres e igualitarias y por tanto más duraderas en el tiempo al ser armónicas.
PD: Ya hacía tiempo que no leía tu Blog, ahora me pego el atracón jajjjaja
Salud!
Hace tiempo que te agregué, es más, eres el único que tengo agregado. No me paso mucho por aqui, te he leido tres veces y es que me encanta, soy tu admirador secreto hasta la fecha
ResponderEliminarVoy a seguir leyéndote siempre, tenemos bastantes aspectos en común, aunque se podrían resumir en tener una visión subjetiva de los acontecimientos, analizarlos y sacar conclusiones
Mi blog no trata muchos temas de política-sociología, tuve uno que si lo hacía, aunque lo abandoné. Ahora tengo este, a ver si lo puedo actualizar más
Bueno... ya te contestaré otro día que esté más inspirado, por ahora a seguir leyéndote, y como dices tu mismo "nadie dijo que fuera fácil"
Un Saludo!
Me alegro de que te guste el blog, Jormolaw. Yo este también intento actualizarlo a menudo, lo que pasa es que muchas veces me falta tiempo (que no ganas o ideas, ojo ;).
ResponderEliminarUn saludo!