Como no podía ser de otra forma, hoy voy a hablar del "debate" (más adelante explicaré las comillas) celebrado ayer entre los dos principales aspirantes al Palacio de la Moncloa: José Luis Rodríguez Zapatero, del PSOE; y Mariano Rajoy, del PP.
Lo primero que me gustaría decir es que no me pareció un debate propiamente dicho. Más bien eran dos mítines controlados al milímetro: Rajoy sacaba una gráfica que dejaba en mal lugar a Zapatero y éste hacia lo mismo con Rajoy sacando otra gráfica que (se supone) le contradecía. Lo cierto es que al ciudadano de a pie, que estuvo anoche frente a la caja tonta viendo el pseudo-debate, de poco le servirían dichas gráficas, pues no tenía acceso a la fuente original que aportaba dichos datos, por lo que no podía contrastarlos y comprobar su veracidad.
Otra cosa que a un servidor le puso muy nervioso es ese discurso de "intro" y "outro" que se marcaron ambos "púgiles" políticos al principio y al final de dicho debate. Cuando nada más empezar ví que don Mariano Rajoy se ponía serio, "sincero", mirando a la cámara como el Rey en Navidad, soltando un discurso que sonaba preparadísimo (no me parece mal que estuviese preparado, es más, lo veo lógico, pero sí me molestó que se notase tanto), no sabía si reírme tontamente o deprimirme, apagar la tele malhumorado e irme a dormir. Opté por la primera opción: me reí tontamente. Me pareció tan artificial, que mis expectativas por ver un debate entretenido se vieron disipadas.
En mi opinión, el debate lo ganó Zapatero, aunque no por mucho, todo hay que decirlo. A mí por lo menos me consiguió transmitir mayor confianza. Eché de menos, además, más propuestas por parte de ambos dirigentes, ya que únicamente se dedicaban a criticar lo que había hecho cada uno estando en el Gobierno. "¡Usted ha logrado que España sea un coladero para inmigrantes!", decía uno, "¡No, eso lo ha hecho usted!", replicaba el otro, ¡"Usted ha sido, le digo!" volvía a replicar el primero, y así sucesivamente. Esto pude apreciarlo sobre todo en el candidato socialista, que cada dos por tres interrumpía con diversos "¡Usted!" a Rajoy cuando éste estaba criticando su gestión en el Gobierno.
El momento más tenso y de mayor interés (si es que el tan absolutamente coñazo-debate tuvo alguno) fue cuando ZP le echó en cara a Rajoy el haber llamado "huntados" (Zapatero lo reiteró varias veces) a los representantes de la cultura española, en alusión a los miembros de la Plataforma de Apoyo a Zapatero (PAZ). Para Rajoy, eso fue un crochet verbal en toda la mandíbula, y pudo verse en lo desencajado que se le quedó el rostro ante tal acusación. Con cara de decepción y ofendido, el líder popular le dijo a Zapatero algo así como "¡¿Yo he dicho eso?!", y posteriormente Rajoy devolvió el golpe al presidente con un directo acojonante: acusó a Zapatero de haber "agredido" a las víctimas del terrorismo. Zapatero lo negó, dijo que no podía admitir semejante afirmación y le pidió a Rajoy que retirara esa acusación. Rajoy no lo hizo. Respecto a este tema, ya hay algunos que se han pronunciado.
Para rematar la faena quedó ese discurso sentimentaloide con el que Rajoy finalizó el debate. Habló de una hipotética niña (niña; no niño, no sé por qué, por jugar a los feministas quizás), que le gustaría que naciera en un país libre, donde se respetaran los derechos humanos y no se qué movidas cursilonas y demagógicas más. Pero lo que me dejó patidifuso fue la recta final de ZP. Me sorprendió por sus últimas palabras: "Buenas noches, y buena suerte". ¡¿A qué coño venía semejante gilipollez?! Esa frase es famosa (al menos yo la conozco de ahí) por la película de George Clooney que lleva ese mismo título "Buenas noches, y buena suerte", que cuenta la historia de un periodista de televisión al que el senador McCarthy le hace la vida imposible en plena Caza de Brujas por ser sospechoso de comunista. Dicho periodista siempre finalizaba sus emisiones con esas palabras mágicas: "Buenas noches, y buena suerte". Lo que no sé es a qué venían en boca de Zapatero. ¿Acaso hay alguien que le persigue por ser comunista?
En definitiva, el debate fue generalmente aburrido, con un montón de cifras y porcentajes que quedaban en nada y se disolvían en el aire. Si el próximo debate, que creo que es el 3 de marzo, va a ser igual de "emocionante" que éste, creo que no me reiré tontamente, sino que, este vez sí, me deprimiré, apagaré la tele malhumorado y me iré a dormir.
PD: Como anécdota me gustaría comentar lo curioso que me pareció que Zapatero se realzara las cejas en forma de triángulitos (^^). ¡Lo que hace el márketing!