viernes, 28 de noviembre de 2008

ESTADO Y PODER = VIOLENCIA (II)

En los tiempos que corren, la Comunidad de Madrid gobernada por Esperanza Aguirre (PP) está llevando a cabo una campaña de privatización bestial de los servicios públicos. Tenemos los casos de los hospitales, los colegios, el Canal de Isabel II, el reducir el presupuesto a la Universidad pública en un 30%, etc. Ante este tipo de políticas hay gente que puede sentirse realmente atacada. Gente que ve que se queda sin hospital, sin colegio para sus hijos. Esta situación de ver que te lo están quitando todo, que te quedas sin nada, que no sabes qué va a ser de ti, puede llevarte a cometer locuras de lo más grandes. Por ejemplo, imaginemos que alguien que, como ya digo, se ve en la ruina, sin hospital y sin colegio a causa de las políticas de esta señora, decide abrirle la cabeza a Esperanza Aguirre de un potentísimo ladrillazo. Esperanza Aguirre en el suelo, emanando sangre de su cabeza, tumulto entre los que la rodean, ¡llamen a un médico!, los guardaespaldas sobre ella e inspeccionando la zona, etc. Un día después, ya con los ánimos más calmados y tras haber salido en todos los medios de comunicación el fatídico incidente, tendríamos unas declaraciones de doña Esperanza Aguirre de este estilo:
Es una lástima que sucedan cosas como ésta, pues suponen un verdadero ataque a la democracia y a la voluntad de los madrileños expresada en las urnas. El Partido Popular lamenta que haya energúmenos que sólo entiendan la violencia como método de expresión, … bla, bla”. En definitiva, nos cansaríamos de oír echaduras de flores a la democracia, condenas a la violencia y también, por supuesto, discursos a favor de la no-violencia, la paz, la convivencia, la tolerancia y demás palabras que suenan muy requetebién.

Ante estos hechos del ladrillazo y demás yo me preguntaría: ¿Por qué este supuesto descerebrado le ha pegado un ladrillazo a Esperanza Aguirre? ¿Por qué ha recurrido a la violencia? Pues por una sencillísima razón: no le quedaba otra. Hagámonos ahora esta otra pregunta: Si el agresor del ladrillo hubiese tenido en su mano una ley que impidiese la privatización del hospital, y hubiese podido ponerla en práctica, ¿habría recurrido al ladrillazo como método de expresión? Es seguro que no, le hubiera bastado con aplicar la ley y punto, ni rastro de violencia. ¿Pero qué ocurre?, que el hombre lanza-ladrillos no tiene esa ley, qué pena. Esperanza Aguirre tiene una ley que permite la privatización del hospital, y es precisamente por eso que ella no ha tenido que pegarle ningún ladrillazo a nadie, sino que le ha bastado con aplicar esa ley. Es decir, ella no ha tenido que recurrir a la violencia física para privatizar el hospital, al contrario que el hombre, que sí ha tenido que hacerlo para impedir esa misma privatización. Ante el uso de la violencia, hemos dicho que al agresor “no le quedaba otra”, pero a Esperanza Aguirre sí le quedaba otra: aplicar la ley y punto. Precisamente porque no se ha visto en la situación de tener que recurrir a la violencia, Esperanza Aguirre se ha llenado la boca hablando de “no-violencia”, “paz”, “tolerancia” y demás palabras que suenan muy requetebién, como decíamos más arriba. ¡Qué merito!, presumir de demócrata cuando eres el único que puede hacer uso de la democracia. ¡Y qué merito también el tachar de violento y radical a aquél que no puede hacer uso de la democracia!

Porque imaginémonos que fuese al revés: un partido socialista en el Gobierno que pone en práctica una ley aprobada DEMOCRÁTICAMENTE por el Parlamento para, por ejemplo, nacionalizar la banca. Y no sólo se conforma con eso, sino que va a nacionalizar también los hidrocarburos, las reservas de petróleo, las fábricas y todo lo “nacionalizable” que pille a su paso. Sería el caso de los gobiernos de Chávez y Evo Morales en Venezuela y Bolivia, respectivamente. ¿Qué ocurriría? ¿Estarían de nuevo los neoliberales tipo Aguirre diciendo que hay que “acatar las leyes”, que hay que “respetar la voluntad de los ciudadanos”, que si “tolerancia” por aquí, “democracia” por allá? ¿O más bien harían uso de la violencia (tirarían ladrillazos a “su modo”) para defender sus intereses del mismo modo que en el primer ejemplo lo hizo el hombre que se quedaba sin hospital “porque no le quedaba otra”? Me juego el cuello (y saldría sano y salvo) que optarían por la segunda opción: harían uso de la violencia. Pero los neoliberales tienen más clase que los rojeras, y ellos en vez de pegar ladrillazos lo que harían sería organizar un Golpe de Estado como Dios manda (que para algo tienen mucho dinero ¿no?). Y ahí tenemos la historia. Son innumerables los Golpes de Estado que se han dado cada vez que los socialistas han ganado las elecciones y han aplicado políticas de izquierdas. Un ejemplo que me viene ahora al pelo porque he mencionado al PP es el Golpe de Estado contra Chávez en abril de 2002, que estuvo apoyado por el PP precisamente (y por toda la prensa española, por cierto). Ahí ya no se habló de democracia y de respetar las leyes, no. Ahí se pegó un Golpe de Estado en toda regla, es decir, se hizo uso de la VIOLENCIA, tal y como en el primer caso del hombre que se queda sin hospital, solo que a una escala más grande, claro.

Ante estos dos casos de Gobiernos que toman una decisión todo lo democrática que se quiera, y son respondidos por el uso indiscriminado de la violencia contra ellos, ¿qué conclusiones debemos sacar? Yo, a simple vista, veo una muy clara: el poder NUNCA puede estar monopolizado. En el momento en que un organismo (el que sea) se erija en poseedor del monopolio del poder sobre el resto, el clima y desencadenamiento de violencia está asegurado. Si se quiere acabar con la violencia venga ésta de donde venga, un primer paso debe ser la supresión del monopolio del poder. Todas y cada una de las personas deben tener la misma capacidad legal para ejercer el poder. A día de hoy, con un sistema de partidos que venimos padeciendo y que ha desvanecido y aniquilado la figura del individuo hasta límites insospechados, esto es sencillamente imposible. ¿Cómo se podría reforzar la figura del individuo para hacerla más presente en la arena pública y hacer de ésta un espacio más democrático? Sólo se me ocurre la organización por asambleas de abajo a arriba, no hay más. En las asambleas, TODAS las opiniones pueden ser escuchadas, no como en el Parlamento, donde sólo hay DOS opiniones (muy parecidas) latentes (la del PP y la del PSOE en el caso español). En las asambleas hay, por así decirlo, tantos partidos como personas. Cada persona es un partido político, con su programa, con su visión de la sociedad y con sus propuestas. Esos partidos unipersonales (más comúnmente conocidos como “personas”) discuten en la asamblea las diferentes propuestas, los diferentes órdenes del día, buscando el llegar a un consenso que satisfaga a todos. Y una vez alcanzado ese consenso, es esa decisión y no otra la que se toma y se pone en marcha. Eso sí es democracia, y no otra cosa, y es la única esperanza que le queda a la humanidad para alcanzar el mayor bienestar posible.
PD: Traigo nuevo material anarquista. En primer lugar el blog del Colectivo editorial Avería, que ha salido hace poco. Luego, en la sección de ANARQUISMO dos nuevas webs: la de la CNA (Cruz Negra Anarquista) y la de la FAI (Federación Anarquista Ibérica).

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