Propongo la abolición de las ideologías. La gente no debería actuar políticamente pensando en si esto es de derechas o esto otro es de izquierdas. ¿Por qué tenemos esa manía de etiquetar todo cuanto está a nuestro alcance? Para administrar la cosa pública los ciudadanos deberían quitarse de encima, no sólo el yugo que suponen los partidos políticos, sino también el yugo de las ideologías. Yo no quiero un grupo de personas aplicando medidas de izquierda o medidas de derecha; quiero personas aplicando medidas útiles para todos, medidas que sean fruto de un debate público, en el que se contemplen todas las posibilidades de actuación, y el cual haya sido impulsado desde las bases de la sociedad, mediante asambleas.
Hemos de quitarnos de encima muchos complejos, actuar aplicando el sentido común, y todo ello en busca del bienestar general, el de toda la comunidad. Porque resulta muy lamentable ver a determinadas personas (que a día de hoy ejercen de políticos) decir que bajar los impuestos no está bien porque “bajar los impuestos es de derechas”. ¿Cómo que bajar los impuestos no está bien porque es de derechas? ¡Tendrá morro! Déme usted una razón que explique por qué bajar los impuestos es malo, hábleme de los servicios públicos, del Estado del Bienestar, etc, pero no me diga que “es de derechas y se quede tan ancho”. Y en el otro lado pasa exactamente lo mismo. Todo lo público, lo financiado por el Estado es malo, ¿por qué? “Porque es de socialistas”. En Sicko, el documental de Michael Moore, se puede ver cómo se recurre a ese monstruo perverso que es el Socialismo para acojonar a la población y, de esa manera, conseguir que determinadas propuestas y medidas que sin duda son del todo beneficiosas para el conjunto de la sociedad queden en el tintero.
Las ideologías no son más que una forma de atar al ser humano, de limitar su libertad, de impedirle que experimente, de encasillarlo en un recinto blindado. Su esencia, en el fondo, no es mucho más diferente que la de las religiones. Las ideologías también tienen dogmas, símbolos, dioses, pecados y mandamientos. Antes que las hoces y los martillos, antes que las As circuladas, antes que Marx, Bakunin, Lenin y Adam Smith, van las personas, y es el bienestar de estas últimas el que hay que buscar, y no la mirada cómplice y de aprobación de los anteriores. Harían bien, pues, los hombres si, tras haber acabado con los partidos políticos, destruyesen aquello que llaman ideología y empezasen a organizarse y tomar decisiones en grupo, sin complejos, aplicando métodos racionales tras una meditada reflexión y discusión. No pensando en si esto es de derechas o de izquierdas, sino en si es bueno o malo.
Hemos de quitarnos de encima muchos complejos, actuar aplicando el sentido común, y todo ello en busca del bienestar general, el de toda la comunidad. Porque resulta muy lamentable ver a determinadas personas (que a día de hoy ejercen de políticos) decir que bajar los impuestos no está bien porque “bajar los impuestos es de derechas”. ¿Cómo que bajar los impuestos no está bien porque es de derechas? ¡Tendrá morro! Déme usted una razón que explique por qué bajar los impuestos es malo, hábleme de los servicios públicos, del Estado del Bienestar, etc, pero no me diga que “es de derechas y se quede tan ancho”. Y en el otro lado pasa exactamente lo mismo. Todo lo público, lo financiado por el Estado es malo, ¿por qué? “Porque es de socialistas”. En Sicko, el documental de Michael Moore, se puede ver cómo se recurre a ese monstruo perverso que es el Socialismo para acojonar a la población y, de esa manera, conseguir que determinadas propuestas y medidas que sin duda son del todo beneficiosas para el conjunto de la sociedad queden en el tintero.
Las ideologías no son más que una forma de atar al ser humano, de limitar su libertad, de impedirle que experimente, de encasillarlo en un recinto blindado. Su esencia, en el fondo, no es mucho más diferente que la de las religiones. Las ideologías también tienen dogmas, símbolos, dioses, pecados y mandamientos. Antes que las hoces y los martillos, antes que las As circuladas, antes que Marx, Bakunin, Lenin y Adam Smith, van las personas, y es el bienestar de estas últimas el que hay que buscar, y no la mirada cómplice y de aprobación de los anteriores. Harían bien, pues, los hombres si, tras haber acabado con los partidos políticos, destruyesen aquello que llaman ideología y empezasen a organizarse y tomar decisiones en grupo, sin complejos, aplicando métodos racionales tras una meditada reflexión y discusión. No pensando en si esto es de derechas o de izquierdas, sino en si es bueno o malo.
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