La libertad quizá sea, junto con la igualdad, el valor más importante para el ser humano en su vida, y será por lo que luche cada día en la medida de lo posible. La verdad es que "libertad" es una palabra preciosa, y sólo oírla deja una sensación de satisfacción. No obstante, pierde toda su belleza cuando es puesta en boca de determinadas personas que reclaman su "libertad" para hacer determinadas cosas. Por ejemplo, cuando el dueño de una empresa afirma que tiene "libertad" para montar una fábrica en una determinada selva, sin tener en cuenta el impacto medioambiental que ello puede tener, o cuando alguien se cree con total "libertad" para insultar (aunque muchos lo llaman "opinar acerca de") a alguien que difiere de sus puntos de vista.
En el primer caso, "libertad" es utilizado en el sentido neoliberal del término. Según esta visión, si un empresario no pudiese contratar a trabajadores durante más de ocho horas diarias porque la ley se lo impide, estaría viendo coartada su libertad por el Estado. Entra aquí en juego la libertad de comercio. Decir que el actual comercio es libre es, en cierto modo, una broma de mal gusto, ya que será todo lo libre que se quiera, pero si esa libertad no se da en unas condiciones de igualdad, poco "realmente libre" será. Efectivamente, una pequeña tiendecilla de ropa de barrio es libre de participar en el mercado, pero de poco le va a servir esa libertad cuando tiene que competir contra el monstruoso Inditex de don Amancio. Para que el comercio sea realmente libre, todos los productores y todos los consumidores, así como productores y consumidores entre sí; deben estar en iguales condiciones para producir y para comprar. A partir de ahí sí que podrían decidir libremente si producir más o producir menos, pero hasta entonces, de libertad nada.
El segundo caso se mueve dentro del campo de la libertad de expresión. Aquí la palabra "libertad" también es prostituida, y ejemplos de ello los podemos ver de lunes a viernes, entre las 5:00 y las 12:00 de la mañana en la cadena COPE, cuando Federico Jiménez Losantos está al aparato (se quejará de la publicidad que le he hecho). Todos tenemos presentes las injurias que Losantos, Pedrojota y Luis del Pino, entre otros, han dirigido contra aquellos que discrepaban de la versión conspiranoica del 11-M (aunque en verdad, los propios hechos refutaban todas sus teorías conspirativas) amparándose en la libertad de expresión. Pues miren, señores, eso no es así. Ustedes no tienen "libertad" para insultar a nadie, y mucho menos a aquellas personas que se han dejado la piel trabajando en el caso, como son la fiscal Olga Sánchez o el juez Juan del Olmo. Y si se creen con total libertad para hacerlo, ya tienen ahí a los tribunales de justicia que tantísimas veces defienden para aclararles un poco más las cosas.
Aparte de en estos dos casos, también escuchamos la palabra "libertad" cuando se trata de defender el sistema vigente en la sociedad actual. Así, por ejemplo, cuando criticamos esta sacrosanta "democracia" enseguida salta algún listillo diciendo eso de que, "hombre, tampoco nos podemos quejar. Ahora hay bastante libertad, mira antes con Franco, que enseguida te pegaban por hacer nada...¡uf!". ¡Vaya, o sea que ahora tenemos que dar las gracias y sentirnos libres por el hecho de que no nos pegan los grises! ¡Esto es acojonante! Como si nos estuviesen regalando algo al no pegarnos, como si "democracia" y "libertad" significase exclusivamente que no te peguen. La ausencia de violencia contra el pueblo por parte del Estado es una condición necesaria para que las personas puedan vivir en libertad, pero no es la única. No tenemos que alegrarnos en absoluto, ni sentirnos agradecidos al Estado por el simple hecho de que no nos peguen, ¡hasta ahí podíamos llegar! ¿Agradece una mujer a su maltratador que le haya dejado de golpear? ¿Agradece un niño a su violador que le haya dejado de violar? No, simplemente no debe ser golpeada/violado, y punto. No hay nada que agradecer, es una cuestión de dignidad.
Pues con lo de la libertad pasa lo mismo. A día de hoy, no hay libertad, a pesar de que no nos peguen. La libertad no quiere decir que no te peguen; quiere decir poder decidir, poder actuar según creas que es lo más conveniente para tí (respetando siempre la libertad de los demás, claro). Y a día de hoy, lo único que podemos decidir es quién va a decidir (valga la redundancia) por nosotros, y a veces ni eso, porque que se atreva ZP a tomar una decisión que beneficie a sus votantes pero que vaya en contra de los intereses del Banco Santander, a ver qué pasa. A ver cuánto tarda en pensárselo mejor y, finalmente, no tomar esa decisión porque el Banco Santander así lo ha dicho. ¿Y al Banco Santander quién le ha votado? Nadie. Eso sí, somos libres, porque no nos pegan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario