viernes, 16 de mayo de 2008

EL BIEN Y EL MAL

El bien y el mal no existen. Al menos no existen objetivamente. Nada es objetivamente bueno u objetivamente malo, es decir, bueno para todo el mundo o malo para todo el mundo. Depende de la percepción de cada uno. Por ejemplo, a mí, el que un hombre se ponga a violar niñas me parece un acto malo, pero para ese hombre que comete las violaciones no es algo malo, sino al contrario, es bueno, por lo que vemos que violar niñas no es objetivamente malo, ya que hay alguien que no lo ve como algo malo.

Éste ha sido un ejemplo muy extremista, ya que la mayoría de las personas de este mundo ven en la violación de niñas un acto malo (o al menos eso quiero pensar), pero existen otros casos en los que la cosa ya se complica, y se hace más difícil establecer si se está ante una acción buena o una acción mala. El ejemplo que me viene a la cabeza es la guerra de Irak de 2003. ¿Fue un acto bueno o un acto malo? Pues depende del punto de vista desde el que se mire. Si yo hablo de la guerra de Irak como una invasión a un país que se ha saldado con la muerte de más de medio millón de personas, entre ellos civiles, niños y mujeres, y que se hizo sin el beneplácito de la ONU, es difícil no contemplar esa acción como algo malo. Sin embargo, si miro la guerra de Irak como una operación militar que busca establecer la democracia en un país que está a los pies de un dictador sanguinario, lo que es difícil es no estar a favor y verla como una acción buena.

Que algo sea bueno o malo depende de la óptica con la que se mire, o mas bien depende de la óptica con la que se nos "obliga" a mirar. La óptica desde la que se nos obliga a mirar está conformada por los medios de comunicación, que están en manos de los amos del mundo, los tipos gordos, los que tienen el poder y buscan defender sus intereses a través de esos medios de comunicación. Los medios de comunicación, en nombre de los intereses de los poderosos, establecen qué está bien y qué está mal, y la sociedad lo acepta sin más.
Por lo tanto, siempre que juzguemos una acción como buena o mala, lo estaremos haciendo ajustándonos a los valores morales que los medios de comunicación y nuestro entorno nos han conferido, es decir, nos ajustaremos a los intereses de los poderosos. Lo que para los poderosos sea malo, será malo para nosotros; y lo que sea bueno para ellos también lo será para nosotros. El bien y el mal tal y como los entendemos hoy, son dos conceptos artificiales creados por la clase dominante en defensa de sus intereses.

Por eso creo que, en realidad, el bien y el mal no existen como tales. Existen acciones, que se realizan por alguna razón, con algún objetivo, y que perjudicarán a algunos (los que las catalogarán como malas) y beneficiarán a otros (que las catalogarán como buenas). Es nuestro deber como seres humanos tratar de construir un marco social en el que todas las acciones de todos los individuos de la sociedad puedan desarrollarse en la medida de lo posible sin interferir en las de los demás, pero sin catalogar ninguna de ellas como buenas o como malas, simplemente como acciones que los individuos realizan en busca de sus satisfacción personal. El problema es que haya una clase dominante que establezca mediante sus leyes qué está bien y qué está mal, ya que lo establecerá en función de sus intereses, y cualquier acción que se realice en contra de sus intereses será criminalizada hasta la saciedad y tachada como mala, mientras que otras acciones que les serán beneficiosas serán tildadas de buenas aunque supongan una barbaridad cruel de cualquier tipo, y serán justificadas.

Existiendo un poder sobre los seres humanos, de cualquier tipo que sea, no tiene sentido hablar de bien y de mal. Unas acciones serán buenas para los unos y malas para los otros y viceversa. Se trata de una cuestión de naturaleza. Un rico puede pensar que su naturaleza es ser rico, y que por lo tanto hace bien en vivir en la opulencia. Pero tendrá que admitir y aceptar entonces que la naturaleza de otra persona puede ser la pobreza, y que por lo tanto hará bien esa persona pobre en robarle al rico todo cuanto le sea posible para sobrevivir.

Así que cuando alguien te venga con el cuento de que se ha hecho rico debido a que ha trabajado como un cabrón, y que si hoy vive a cuerpo de rey es porque la naturaleza lo ha querido; dile:
"De acuerdo, ser rico es tu naturaleza. Vale, pues defiende tu naturaleza, porque la naturaleza de otro será ser pobre y tratar de satisfacer su instinto de supervivencia, y en el camino hacia la satisfacción de su instinto de supervivencia tú te encuentras en medio y, créeme, eliminarte no será considerado por él como una acción mala, sino todo lo contrario".

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