martes, 21 de octubre de 2008

A LOS APOLÍTICOS INDIFERENTES A BOLONIA

Como cualquier estudiante sabrá, se nos viene encima el Plan Bolonia, el cual supone un paso más en la privatización y mercantilización de la enseñanza superior. Se llevan años convocando protestas, movilizaciones, charlas, debates y demás formas de explicarle a la comunidad universitaria (hay que decir que desde las “autoridades” no se nos ha informado de nada, sino que se nos ha impuesto sí o sí, sin debate posible) en qué consiste eso del Plan Bolonia y qué consecuencias va a traer tanto a los estudiantes en particular como a la sociedad en general. Me he encontrado con personas (más de una y más de dos) que me han soltado el discursito apolítico de “no sé por qué os molestáis en protestar, si no sirve de nada, eso ya se ha aplicado, es tanto si queremos como si no”, y he creído oportuno dedicarles este artículo.

Protestar contra algo nunca es inútil. La gente que piensa que protestar contra Bolonia o contra cualquier otro nuevo plan de “estudios” que se nos quiera imponer es inútil y no sirve de nada, sencillamente, es imbécil. Al decir eso están aceptando que las autoridades pueden hacer exactamente lo que les dé la real gana con nosotros. ¿Que nos imponen un Plan de Estudios que no gusta a nadie?, pues nada, es inútil protestar, así que dejemos que nos lo impongan, que hagan lo que les dé la gana. No se dan cuenta quienes así piensan que esta forma de no-actuar supone un gravísimo peligro, pues constituye una forma de decirles a las autoridades “no tenéis que preocuparos de nada, haced como si no existiésemos y actuad como creáis conveniente, sin contar con nuestra opinión”. Es una forma de “desaparecer” del espacio público a la hora de tomar decisiones que nos afectan, y sirve de precedente para futuras imposiciones.

Por otra parte, cabría preguntarse qué concepto de democracia tienen los apolíticos indiferentes a Bolonia. Al fin y al cabo, lo que están aceptando es una especie de dictadura, donde unos pocos hacen exactamente lo que se les pone en las narices. Pero claro, luego tachan de radicales y violentos a quienes toman medidas contra esta imposición que pretende poner patas arriba los planes de estudios universitarios. Digo yo que cuando se está tomando una medida antidemocrática en nuestra contra, habrá que hacer algo. Pues nada, los “medaigualbolonia” creen que no, pero no porque no se quiera (que también), sino porque, simplemente, no se puede. Eso sí, luego te dicen que viven en un país mega-democrático con muchísima libertad porque nadie les impide salir a tomar cubatas en CATS (una discoteca de Madrid).

Protestar contra Bolonia, aunque la vayan a imponer por mucho que protestemos, sirve para hacer ver que no estamos dormidos en los laureles, que sabemos de qué van “las cosas de mayores”, para hacer ver que no queremos que se nos tome por tontos. Yo lo comparo con lo que podría pasar en el patio de un colegio:
Imaginemos un niño, el típico malote, que le va robando el bocadillo a los demás. Llega a otro niño y, de malas maneras, le dice “dame tu bocadillo o te parto la cara”. La víctima le dará el bocadillo temblando para que no le pegue, y el malote sabrá que mientras siga inspirándole miedo a ese chaval, tendrá un bocadillo gratis asegurado. Ahora bien, si se diera el caso de que el malote, al decirle a su víctima que le dé el bocadillo, se encontrase con que éste último le planta cara diciéndole “no me sale de los cojones darte el bocadillo, y o te piras ya o te arranco la cabeza, venga, arrea”, si ocurriese eso, ya no es tan seguro que el malote vuelva a “pedirle” el bocadillo, sino que preferirá mantenerse al margen.
Con esto de Bolonia pasa igual, quizá nos lo vayan a imponer, pero el hecho de mostrar una oposición radical puede hacer que se piensen dos veces hacer más reformas “educativas” en el futuro. Así pues, adelante y a seguir protestando.

De todas formas, aún aceptando que Bolonia es algo que ya está impuesto, las protestas son igualmente legítimas, o incluso más. Si Bolonia ya está impuesto no protestaremos para que no nos lo pongan, sino que lo haremos para que nos lo quiten de encima. Es como si los comunistas aceptasen que ya no tiene sentido ser comunista porque el capitalismo ya está impuesto. Coño, claro que está impuesto, y es precisamente por eso por lo que hay que ser comunista. Y lo mismo para los anarquistas: claro que el Estado ya está impuesto, por eso hay que luchar contra él. Y para los del CAS Madrid: claro que la sanidad ya está prácticamente privatizada, pero precisamente por eso la lucha y las protestas tienen que ser constantes. Y con Bolonia lo mismo: claro que ya está impuesto, es por eso que luchamos contra ello.

Por otra parte, otra de las razones que veo para luchar contra Bolonia aunque ya se haya impuesto es el hecho de “devolver el golpe”. Imaginemos una pelea:
Uno de los luchadores le ha soltado un soplamocos al otro que lo ha dejado medio tonto y le ha hecho prácticamente perder el combate. El que ha recibido el golpe, a pesar de haber perdido la batalla, puede devolverle la hostia sin ningún miramiento. Para que me vaya yo calentito te vas tú también.
Pues con Bolonia pasa lo mismo. Nos han colado una hostia como han querido. Bien, pues ahora es nuestro turno, y atacaremos con lo que tengamos a nuestro alcance y como podamos.

Por último, me gustaría hacerles una pregunta a los apolíticos indiferentes con respecto a Bolonia: ¿Qué proponéis vosotros?, porque luchar y organizar manifestaciones os parece inútil, ¿qué hacemos entonces? Nada, sólo queda aceptar el destino, como si fuésemos putas marionetas que no contamos para nada. Está claro quiénes mandan, es inútil enfrentarse a ellos, es mejor tratar de aceptarlo como se pueda y tratar de tirar “pa´lante” lo mejor posible. Me niego a aceptar eso, me atrae más la idea de luchar contra Bolonia, se haya impuesto o no se haya impuesto.
Este artículo también se ha publicado en Kaosenlared.

No hay comentarios:

Publicar un comentario