Influir en la Opinión Pública.
Los esfuerzos bélicos de principios del siglo XX requerían que la población se sintiese unida por algún sentimiento tal como amar a la patria u odiar al enemigo. En este aspecto, la propaganda jugó un papel esencial. Los mensajes transmitidos a través de folletos, periódicos y demás medios de comunicación, lograron persuadir a la Opinión Pública de aquellas opiniones que interesaban al poder, y ejemplos de ello los encontramos en la época del nazismo, donde la sociedad alemana llegó a tener un alto grado de convencimiento de que lo que decía Hitler acerca de la superioridad de la raza aria era cierto.
La Opinión Pública es (o está en función de) lo que deciden los líderes políticos, y sobre todo las personas que controlan los medios de comunicación. Los intereses de éstos mueven a la Opinión Pública, utilizando métodos de persuasión y manipulación.
También hay quien dice que, los medios, más que crear opiniones en la población, lo que hacen es reforzar las ya existentes. Así por ejemplo, la televisión no nos va a dar razones para votar a un partido al que no pretendíamos votar desde un principio, sino que nos va a dar más razones para votar al que ya teníamos pensado.
Alrededor de 1940, a raíz de unos estudios realizados, se descubrió que no son tanto los medios los que influyen en la Opinión Pública como los líderes de opinión. Los medios transmiten mensajes a los líderes de opinión y éstos hacen lo propio con la población. No obstante, Lang dice que, aunque la influencia de los líderes de opinión parece más persuasiva, desde el punto de vista de la gran sociedad la influencia de los mass-media es más poderosa.
Otras teorías no ven a la Opinión Pública como un campo en el que influir, sino como un elemento más que puede ser manipulado apoyándose en las técnicas que operan en el mercado para lograr unos intereses concretos. A lo largo de la historia, han sido numerosos los casos de utilización de la Opinión Pública para servir al propio interés.
A principios del s. XX, la Opinión Pública es convertida en objeto de manipulación y control bajo el efecto de la propaganda. Como fenómeno de masas, estará expuesta a la acción y dirección que impongan los líderes en una sociedad.
Las masas son pasivas, receptivas y fácilmente manipulables. En los regímenes totalitarios esta capacidad para ser manipulables viene dada porque siguen la dirección que marca la autoridad política a la fuerza, no tienen otra salida, han de obedecer al dictador de turno. En los regímenes democráticos las técnicas de persuasión y propaganda son utilizadas por aquellos agentes que venden ideas, productos y servicios, por lo que las propias masas son las que compran su capacidad para ser manipulables.
Mills distingue entre la sociedad de públicos y la sociedad de masas:
En el público todos los miembros expresan opiniones, que además pueden ser contestadas de manera inmediata y sin la intervención de instituciones autoritarias. La Opinión Pública se forma en torno a minorías cultas con acceso a los medios de comunicación.
En la masa, por el contrario, el número de personas que emite opiniones es menor que el número de personas que las reciben, y las opiniones no pueden ser replicadas en el momento. Además, la intervención de instituciones autoritarias puede estar presente.
En la masa, la Opinión Pública se crea entorno a las élites, que transmiten sus mensajes a los líderes de opinión a través de los medios de comunicación, y éstos (cargados de autoridad moral por los ciudadanos-masa) se los transmiten a la masa.
El conocer lo que piensa la Opinión Pública es útil de cara a muchos campos del espectro social, y uno de esos campos es el electoral. Así, Roosevelt en el año 1933, se sirvió de datos proporcionados a partir de estudios cuantitativos de la Opinión Pública para conocer las intenciones de voto de los electores y, en función de ello, orientar su campaña en uno u otro sentido.
En ocasiones, algunas instancias de poder utilizan la Opinión Pública para legitimar sus intereses frente a la población, por ejemplo cuando es utilizada por los grupos de presión, los líderes de opinión o las élites, que presentan como interés general, lo que sólo es interés de unos pocos. Estaríamos hablando entonces de sujeto aparente (público) y sujeto real (las élites).
La Opinión Pública es (o está en función de) lo que deciden los líderes políticos, y sobre todo las personas que controlan los medios de comunicación. Los intereses de éstos mueven a la Opinión Pública, utilizando métodos de persuasión y manipulación.
También hay quien dice que, los medios, más que crear opiniones en la población, lo que hacen es reforzar las ya existentes. Así por ejemplo, la televisión no nos va a dar razones para votar a un partido al que no pretendíamos votar desde un principio, sino que nos va a dar más razones para votar al que ya teníamos pensado.
Alrededor de 1940, a raíz de unos estudios realizados, se descubrió que no son tanto los medios los que influyen en la Opinión Pública como los líderes de opinión. Los medios transmiten mensajes a los líderes de opinión y éstos hacen lo propio con la población. No obstante, Lang dice que, aunque la influencia de los líderes de opinión parece más persuasiva, desde el punto de vista de la gran sociedad la influencia de los mass-media es más poderosa.
Otras teorías no ven a la Opinión Pública como un campo en el que influir, sino como un elemento más que puede ser manipulado apoyándose en las técnicas que operan en el mercado para lograr unos intereses concretos. A lo largo de la historia, han sido numerosos los casos de utilización de la Opinión Pública para servir al propio interés.
A principios del s. XX, la Opinión Pública es convertida en objeto de manipulación y control bajo el efecto de la propaganda. Como fenómeno de masas, estará expuesta a la acción y dirección que impongan los líderes en una sociedad.
Las masas son pasivas, receptivas y fácilmente manipulables. En los regímenes totalitarios esta capacidad para ser manipulables viene dada porque siguen la dirección que marca la autoridad política a la fuerza, no tienen otra salida, han de obedecer al dictador de turno. En los regímenes democráticos las técnicas de persuasión y propaganda son utilizadas por aquellos agentes que venden ideas, productos y servicios, por lo que las propias masas son las que compran su capacidad para ser manipulables.
Mills distingue entre la sociedad de públicos y la sociedad de masas:
En el público todos los miembros expresan opiniones, que además pueden ser contestadas de manera inmediata y sin la intervención de instituciones autoritarias. La Opinión Pública se forma en torno a minorías cultas con acceso a los medios de comunicación.
En la masa, por el contrario, el número de personas que emite opiniones es menor que el número de personas que las reciben, y las opiniones no pueden ser replicadas en el momento. Además, la intervención de instituciones autoritarias puede estar presente.
En la masa, la Opinión Pública se crea entorno a las élites, que transmiten sus mensajes a los líderes de opinión a través de los medios de comunicación, y éstos (cargados de autoridad moral por los ciudadanos-masa) se los transmiten a la masa.
El conocer lo que piensa la Opinión Pública es útil de cara a muchos campos del espectro social, y uno de esos campos es el electoral. Así, Roosevelt en el año 1933, se sirvió de datos proporcionados a partir de estudios cuantitativos de la Opinión Pública para conocer las intenciones de voto de los electores y, en función de ello, orientar su campaña en uno u otro sentido.
En ocasiones, algunas instancias de poder utilizan la Opinión Pública para legitimar sus intereses frente a la población, por ejemplo cuando es utilizada por los grupos de presión, los líderes de opinión o las élites, que presentan como interés general, lo que sólo es interés de unos pocos. Estaríamos hablando entonces de sujeto aparente (público) y sujeto real (las élites).
Influencia de Internet en la Opinión Pública
Según Cándido Monzón, la existencia de Internet ha generado cambios tanto en el modo en que se forma la Opinión Pública como en su contenido. Con la red, el público ya no es sólo receptor, sino que también desempeña el papel de emisor, tomando papel activo en la comunicación. La comunicación se ha descentralizado, y quien participe en Internet debe contemplar la posibilidad de ser contestado, cosa que antes, con la televisión y la radio, no ocurría.
Internet también ha dado lugar a nuevas formas de activismo político que se dan a través de los portales de contrainformación, donde los movimientos sociales como el anti-globalización son difundidos de forma permanente. La red es de los pocos formatos en los que este tipo de información puede propagarse, ya que los principales medios de comunicación están en manos de grandes empresas, cuyos intereses difieren mucho de los intereses de los movimientos sociales.
Por otra parte, la influencia en la Opinión Pública a través de la red no es tan potente como a través de otros medios como la prensa escrita o la televisión, precisamente por la falta de control que existe sobre Internet. El hecho de que el público tome un papel activo en la comunicación hace que “cualquiera” pueda “publicar noticias” en la red, por lo que la gente tenderá más a desconfiar de su contenido y la influencia o la persuasión que se intente ejercer no será tal.Internet también es un instrumento de respuesta rápida para generar movilizaciones en situaciones críticas, como la que tuvo lugar el 13 de marzo de 2004 en España, como respuesta a la manipulación informativa que se llevó a cabo con respecto a los atentados del 11-M.
Internet también ha dado lugar a nuevas formas de activismo político que se dan a través de los portales de contrainformación, donde los movimientos sociales como el anti-globalización son difundidos de forma permanente. La red es de los pocos formatos en los que este tipo de información puede propagarse, ya que los principales medios de comunicación están en manos de grandes empresas, cuyos intereses difieren mucho de los intereses de los movimientos sociales.
Por otra parte, la influencia en la Opinión Pública a través de la red no es tan potente como a través de otros medios como la prensa escrita o la televisión, precisamente por la falta de control que existe sobre Internet. El hecho de que el público tome un papel activo en la comunicación hace que “cualquiera” pueda “publicar noticias” en la red, por lo que la gente tenderá más a desconfiar de su contenido y la influencia o la persuasión que se intente ejercer no será tal.Internet también es un instrumento de respuesta rápida para generar movilizaciones en situaciones críticas, como la que tuvo lugar el 13 de marzo de 2004 en España, como respuesta a la manipulación informativa que se llevó a cabo con respecto a los atentados del 11-M.
Algunos ejemplos de manipulación de la Opinión Pública
Una de las labores de propaganda más importantes a lo largo de la historia fue la llevada acabo en Estados Unidos durante el gobierno de Wilson. Aunque la población era muy pacifista, la administración Wilson había decidido tomar parte en la I Guerra Mundial, por lo que era necesario hacer ver a la población lo importante que era participar en esa guerra. Para ello se creó la Comisión Creel, con lo que los ciudadanos pasaron de ser seres pacíficos a ser personas violentas ansiosas por destruir todo lo que fuese alemán. El poder financiero y mediático prestaron su apoyo a esta operación. Se trataba principalmente de convencer a las personas más inteligentes de la sociedad, lo demás vendría solo, a partir de la autoridad moral que éstos imponían sobre la población.
Lippman, en su día, pensó que estas técnicas de propaganda podrían servir para fabricar consenso, tan útil y necesario en las democracias; aunque otros autores no ven estas técnicas con tan buenos ojos. Chomsky, por ejemplo, entendiendo la propaganda como algo en cierto modo peligroso, dice que la propaganda es a la democracia, lo que la cachiporra al estado totalitario.
Otro ejemplo de manipulación de la Opinión Pública se dio en 1937, cuando los trabajadores del sector del acero convocaron una huelga en Johnstown. Había que enfrentar a la gente contra los huelguistas, fabricando una imagen de ellos que los mostraba como seres destructivos y perjudiciales para la sociedad. Se les presentaba ante los ciudadanos como salvajes que atentaban contra la armonía de la que gozaba América, y no fue difícil que la gente dedujera que había que pararles los pies. Con ello, la huelga no consiguió el efecto que inicialmente deseaba. Vemos aquí que gracias a la propaganda también se pueden pisotear los derechos de los trabajadores.
Un caso parecido es el que ha habido recientemente con la huelga de los trabajadores de la limpieza del Metro de Madrid. Los medios de comunicación han criminalizado su huelga difundiendo las famosas imágenes de anónimos esparciendo basura por las instalaciones del suburbano o las del encapuchado que vierte aceite por el suelo de una estación, lo que provoca la caída de dos señoras. Esto ha provocado un sentimiento de rechazo por parte de la población hacia la huelga de limpieza (si es que no existía ya por la incomodidad que suponía para los viajeros las cantidades de basura que había por los suelos) y hacia los trabajadores que la secundaban. Sin embargo, los medios de comunicación no han dicho nada (o casi nada) de los servicios mínimos abusivos impuestos por la Comunidad de Madrid, que han llegado a alcanzar el 80% según los trabajadores del sindicato CNT. Tampoco han hecho demasiado hincapié en las reivindicaciones que los trabajadores hacían, tales como el establecimiento de contratos indefinidos o el abono de un plus de toxicidad, penosidad y peligrosidad, entre otras. Los medios han centrado más su labor en denunciar las irregularidades de los trabajadores que en denunciar su situación laboral y el sabotaje de la huelga por parte de la Comunidad de Madrid.
Lippman, en su día, pensó que estas técnicas de propaganda podrían servir para fabricar consenso, tan útil y necesario en las democracias; aunque otros autores no ven estas técnicas con tan buenos ojos. Chomsky, por ejemplo, entendiendo la propaganda como algo en cierto modo peligroso, dice que la propaganda es a la democracia, lo que la cachiporra al estado totalitario.
Otro ejemplo de manipulación de la Opinión Pública se dio en 1937, cuando los trabajadores del sector del acero convocaron una huelga en Johnstown. Había que enfrentar a la gente contra los huelguistas, fabricando una imagen de ellos que los mostraba como seres destructivos y perjudiciales para la sociedad. Se les presentaba ante los ciudadanos como salvajes que atentaban contra la armonía de la que gozaba América, y no fue difícil que la gente dedujera que había que pararles los pies. Con ello, la huelga no consiguió el efecto que inicialmente deseaba. Vemos aquí que gracias a la propaganda también se pueden pisotear los derechos de los trabajadores.
Un caso parecido es el que ha habido recientemente con la huelga de los trabajadores de la limpieza del Metro de Madrid. Los medios de comunicación han criminalizado su huelga difundiendo las famosas imágenes de anónimos esparciendo basura por las instalaciones del suburbano o las del encapuchado que vierte aceite por el suelo de una estación, lo que provoca la caída de dos señoras. Esto ha provocado un sentimiento de rechazo por parte de la población hacia la huelga de limpieza (si es que no existía ya por la incomodidad que suponía para los viajeros las cantidades de basura que había por los suelos) y hacia los trabajadores que la secundaban. Sin embargo, los medios de comunicación no han dicho nada (o casi nada) de los servicios mínimos abusivos impuestos por la Comunidad de Madrid, que han llegado a alcanzar el 80% según los trabajadores del sindicato CNT. Tampoco han hecho demasiado hincapié en las reivindicaciones que los trabajadores hacían, tales como el establecimiento de contratos indefinidos o el abono de un plus de toxicidad, penosidad y peligrosidad, entre otras. Los medios han centrado más su labor en denunciar las irregularidades de los trabajadores que en denunciar su situación laboral y el sabotaje de la huelga por parte de la Comunidad de Madrid.
Uno de los casos más importantes de influencia en la Opinión Pública a través de los medios de comunicación, es el gestado desde el periódico EL MUNDO, la cadena de radio COPE y el portal web de información Libertad Digital para tratar de implicar a ETA en los atentados del 11-M. El 3 de Mayo de 2006 EL MUNDO titulaba: “La furgoneta del 11-M tenía una tarjeta del Grupo Mondragón en el salpicadero”. Fernando Múgica, autor del artículo que lleva dicho título, señala que “para los policías que habían trabajado en la lucha contra ETA, gentes cercanas a empresas del Grupo Mondragón estaban situadas en el entorno del mundo abertzale”, y que la tarjeta encontrada “desviaba la atención hacia el norte”. Se ve claramente la intención de implicar a la banda en el asunto, sobre todo cuando en el inventario de los efectos recogidos en dicha furgoneta podemos leer claramente que no se trata de una tarjeta del Grupo Mondragón, sino de una cinta de la Orquesta Mondragón, que estaba junto a otras de Luciano Pavarotti o “Los grandes mitos del Rock and Roll”. Tras ridículos tan estrepitosos como éste, dichos medios abandonaron a regañadientes la versión que implicaba a ETA en el atentado, y pasaron a elaborar teorías según las cuales el 11-M fue una conspiración gestada “en las cloacas del Estado”, en la que estaban implicados fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en complicidad con el Partido Socialista Obrero Español para que éste llegase al gobierno y pudiera llevar a cabo la ruptura de España. El mayor vocero de la “teoría de la conspiración” es Luis del Pino, un colaborador de Libertad Digital que a base de difundir sus teorías e “investigaciones” sobre el 11-M en su blog (Los enigmas del 11-M) ubicado en dicha página, ha calado tanto en un determinado sector de la sociedad (cercano a la derecha política) que ha llegado a impulsar un “movimiento cívico” llamado “Peones Negros”. Los Peones Negros se manifiestan todos los día 11 de cada mes en distintas ciudades para saber “qué ocurrió realmente el 11-M”, ya que cuestionan la versión oficial sobre el atentado y niegan que los acusados en el juicio sean los verdaderos culpables. He aquí otro ejemplo de cómo se puede influir en la población desde los medios de comunicación. Hay que decir también que, gracias a estas teorías alternativas sobre el 11-M, el periódico de Pedro J. creció en septiembre de 2006 un 6,78% más que en el mismo mes del año anterior, y Luis del Pino pudo sacar renta del atentado gracias a la publicación de tres libros donde expone sus “investigaciones” en torno al caso.
ese lokiinee
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