lunes, 21 de abril de 2008

DIOS EXISTE SI YO DIGO QUE EXISTE

El pasado viernes por la tarde, de camino a la facultad de Filosofía y Letras de la UCM, donde se iba a celebrar el debate entre el rector Carlos Berzosa y los alumnos y profesores de la universidad, me crucé con dos simpáticas chicas de rasgos orientales. Me pararon un momento y una de ellas me dijo algo que no escuché, ya que llevaba los auriculares puestos y las letras de Falsalarma retumbaban en mis oídos.

-Perdona, ¿qué?- dije tras quitarme los auriculares.
-Que si eres cristiano- me repitió la chica.
-Hombre, estoy bautizado, pero no soy muy cristiano que digamos, es que las religiones no me gustan mucho.
-Es que somos dos estudiantes de Teología y estamos haciendo un trabajo sobre la Biblia, ¿te interesaría colaborar? (no fue exactamente eso lo que me dijo, pero es que no me acuerdo muy bien).
-No, muchas gracias, es que ya te digo que a mí lo de las religiones...como que no, vaya....
-Pero bueno, ¿es que no crees que se debe estudiar acerca de aquél que nos puso aquí (evidentemente se refería a Dios)?
Riéndome, repliqué:
-Hombre, esa pregunta tiene un poco de trampa, ya que te responda "sí" o te responda "no" estaría aceptando la existencia de Dios, y esto es algo de lo que no estoy del todo convencido. Habría que ver primero si Dios existe realmente. ¿Tú puedes probar que Dios existe?
La chica, con cara de haberse enfrentado a esa misma réplica unas mil y pico veces, va y responde:
-Claro, ¿cómo si no íbamos a estar aquí? Yo no he elegido nacer, ¿acaso lo has elegido tú?
-Pues no, la verdad, pero eso para nada prueba la existencia de Dios. Yo, para creer en algo, tengo que, por lo menos, verlo.
De nuevo, la chica puso la cara de haberse enfrentado a esa respuesta mil y pico veces y me respondió:
-Bueno, tampoco ves el amor, y sin embargo crees en él, ¿no es así?
Reconozco que por un momento me ví pillado. Tenía razón, sí que creo en el amor, pero nunca he visto nada que pueda señalar y decir "éso es el amor". Intenté salir de ahí como pude:
-Eh, vamos a ver. Efectivamente, no veo "el amor" propiamente dicho en ninguna parte, pero sí que veo parejas besándose, madres acariciando a sus niños, amigos que se dan un abrazo,...todo ello son gestos que esas personas realizan porque sienten amor en sus corazones, por lo que podemos afirmar sin ningún atisbo de duda que el amor sí que existe, ya que vemos cómo la gente lo siente a su alrededor.
Según pronunciaba estas últimas palabras, empecé a hacerme una idea de por dónde me quería llevar la estudiante de teología y con qué sermón me iba a saltar. Acerté, la chica me dijo:
-Bien, pues también vemos a nuestro alrededor a Dios, porque vemos gente yendo a misa, gente rezando,...y todo ello son gestos que esas personas realizan porque sienten a Dios en sus corazones, por lo que podemos afirmar sin ningún atisbo de duda que Dios sí que existe, ya que vemos cómo la gente lo siente a su alrededor.

Me cazó. No me quedó más remedio que reírme y permitir que se regocijara en su victoria. Yo creía que Dios era un señor que estaba en los cielos (bueno, y no sólo en los cielos, sino en "todas partes") contemplando cada uno de nuestros movimientos. Él nos había creado y contemplaba continuamente su creación. Pero la conversación que mantuve con aquella simpática chica oriental me ayudó a ampliar un poco más mis miras, y desde entonces me planteo la existencia de Dios como un sentimiento en los corazones de cada uno de los autodenominados creyentes. En ese sentido, sí que podríamos afirmar que Dios existe, pero ¡ojo!, existe sólo para unos pocos. Pero si, aún existiendo solamente para unos pocos, aceptamos que existe; también deberíamos aceptar que NO existe, ya que hay también "unos pocos" para los que NO existe.

Al fin y al cabo, ¿no pasa algo parecido con el amor? Imaginemos: me ha dejado mi novia, he discutido con mis colegas y mi madre ha dejado de quererme. ¿Con qué cara va a venirme nadie a decirme que "el amor" existe? ¡Existirá para tí, cachondo, porque lo que es para mí, desde luego que existe todo menos amor! Quizá cuando llueva un poco, cuando encuentre a otra chica, cuando solucione mis diferencias con los colegas y cuando mi madre vuelva a quererme, quizá entonces podré decir que sí existe el amor, ya que lo podré percibir, pero mientras tanto...el amor sólo existirá en cuanto que lo veo en los corazones y en las acciones de los demás, pero lo que es a mí, poco amor me toca.

Pues con Dios pasa igual: Dios existe en cuanto que veo que hay gente que lo siente, pero lo que es yo...poco Dios siento, y no tengo más remedio que declararme ateo, del mismo modo que habrá quien no tenga más remedio que declararse creyente. Es decir, creyente o ateo naces; no te haces, lo que me lleva a hacer otra reflexión: si el creyente nace y no se hace, ¿de qué sirven esas ceremonias llamadas "bautismo" y "comunión" que se celebran en los primeros años de vida? Si el niño nace ateo, ya puedes sumergirlo en agua bendita, que no por ello va a ser más creyente. Yo mismo soy uno de los casos que muestran que un bautizado y comulgado puede ser ateo, y me atrevería a decir que como yo hay muchísimos.

Sea como sea, para el próximo debate que mantenga con un creyente acerca de la existencia o no de Dios, le preguntaré: "Antes de nada. Cuando decimos "Dios", ¿a qué nos estamos refiriendo exactamente?".
Recomiendo leer esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario