miércoles, 26 de marzo de 2008

LA DICTADURA DEL CAPITALISMO (II)

ALGUNAS FAMOSAS CRÍTICAS CONTRA EL CAPITALISMO.
Una de las críticas que más veces se ha lanzado contra el capitalismo es aquella que sostiene que el capitalismo aliena al trabajador al despojarle del producto que él mismo ha producido y, posteriormente, vendérselo. Imaginemos que un empresario tiene 100€, y quiere producir un determinado producto. Para ello deberá gastarse parte del dinero que tiene en la mano de obra y en la maquinaria que producirá ese producto. Supongamos pues que se gasta en total (mano de obra y maquinaria) 10€, de los cuales 2€ irían para los trabajadores y el resto para la maquinaria (capital). Los trabajadores producirían el producto a cambio de 2€, y acto seguido ese producto iría a parar a las manos del empresario que les tenía contratados, el cual ya no tendría los 100€ iniciales, sino 90€ y el producto obtenido a partir de la mano de obra. El empresario no sólo quiere recuperar los 10€ que le costó obtener el producto, ya que entonces no obtendría beneficio, sino que busca sacar más dinero del que tenía inicialmente. Es decir, vendería el producto a un precio siempre superior a los 10€. Nosotros vamos a suponer que lo vende a 20€, con lo que el empresario tendría un total de 110€ (90 + 20), es decir, habría obtenido un beneficio total de 10€. Para que los trabajadores (mano de obra) pudiesen adquirir el producto que ellos mismos han producido, deberían trabajar un total de 10 veces más (recordemos que cobraban 2€), con lo que ya tendrían los 20€ con los que adquirir el producto obtenido. Pero claro, si en 1 trabajo el empresario ha obtenido un beneficio de 10€, en 10 veces más de trabajo estaría obteniendo un total de 100€, quedándose al final con 200€. Los trabajadores ya tendrían el producto que ellos mismos han producido pero, a costa suya, el empresario habría duplicado su patrimonio personal.
Conocida es también la teoría que relaciona las guerras imperialistas con el capitalismo: los Estados necesitan recursos naturales para poder mantener a su población. Pero estos recursos no son interminables, sino que son finitos, lo que hace que los Estados deban desempeñar una lucha constante entre sí para poder hacerse con el mayor número de recursos posible. Esta forma de repartirse el mundo es la que da lugar a las guerras entre países por acaparar mayor cantidad de mercado, que únicamente benefician a los capitalistas propietarios de los medios de producción, ya que son ellos los que, a partir de las materias primas obtenidas mediante el saqueo de los países ricos en recursos, crearán los productos que posteriormente venderán al conjunto de la población.

EL ADOCTRINAMIENTO CAPITALISTA.
Decíamos que el capitalismo genera la desigualdad que él mismo necesita para sobrevivir, y que lo hacía a partir de un proceso de selección en el que se decía quién es productivo y quién no lo es. Ya desde pequeños somos sometidos a ese proceso de selección en la escuela. Ya se nos educa en el colegio para ser competitivos y productivos. Se podría decir que se nos adoctrina en la religión capitalista. El mercado laboral no tiene sitio para todo el mundo. En el capitalismo no sale rentable que todo el mundo esté trabajando, porque serían demasiados salarios a pagar, por lo que se hace necesaria una selección desde los primeros momentos de la infancia:
La meta de todo hombre es la felicidad al fin y al cabo, y esa felicidad en el capitalismo se ve traducida en ocupar un buen puesto dentro del mercado laboral, un puesto que te permita llevar una vida digna, lo que coloquialmente conocemos como “ser un hombre de provecho”. No todos pueden tener una vida digna en el capitalismo, es necesario que haya personas que hagan el trabajo sucio, por lo que se hace necesario establecer quién va a llevar una vida digna y quién no. Entonces, desde pequeños, en la escuela, uno va atravesando filtros en forma de exámenes, filtros que cada vez se van haciendo más exigentes y menos tolerantes, por lo que mucha gente se queda en el camino, y sólo unos pocos logran llegar al final. Éstos son los que llevarán una vida digna, los productivos y competitivos, y los otros no serán más que esa multitud asalariada de la que la clase dominante podrá vivir.
La escuela en el capitalismo no sirve pues, para impartir conocimiento, no busca crear individuos cultos y formados, sino que lo que busca es crear autómatas productivos que salgan rentables. Se produce así un claro asesinato del conocimiento, del saber por el saber, y en su lugar aparece una especie de criadero de futuros robots adaptados milimétricamente a las condiciones de vida que dispone el capitalismo, ya les toque ser asalariados, ya les toque ser “hombres de provecho con una vida digna”, el caso es que queden bien adaptados y acepten sin más el orden social capitalista como algo necesariamente natural, como algo que es así y que no puede ser de otro modo.Además, el hecho de tener que ver a “el otro” como “el enemigo” con el que hay que competir en lugar de como “el amigo” con el que hay que colaborar, supone un claro envenenamiento de las relaciones sociales. Ese con el que te cruzas busca ser mejor que tú, va a por ti, y si no te pones las pilas te va a coger, por lo que tienes que andarte con cuidado y ser astuto para lograr estar en una posición mejor que él. El hecho de querer estar por encima del resto implica no sólo esforzarse por ser mejor que ellos, sino también hacer lo posible para que ellos queden por debajo de ti. El individuo permanece así en un estado de lucha constante contra todo lo que no sea él mismo, y la lucha siempre conlleva destrucción, la destrucción del contrario. Ese es otro de los pilares sobre los que se asienta el capitalismo: la destrucción de los demás, con toda la retahíla de crímenes y malas acciones que eso conlleva.

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