miércoles, 26 de marzo de 2008

LA DICTADURA DEL CAPITALISMO (y III)

EL CAPITALISMO EN EL MUNDO. DESIGUALDAD.
Más arriba, señalábamos que el capitalismo necesita que haya países pobres para mantenerse en pie como sistema imperante, ya que en el momento en que los países pobres alcanzasen el mismo nivel de desarrollo que los ricos, la mano de obra ya no sería tan barata, con lo que el beneficio no sería tan grande y el capitalismo dejaría de tener razón de ser. Por si esto fuera poco, el informe de Worldwatch Institute sobre ‘El Estado del Mundo’ “El estado del Mundo 2007: nuestro futuro urbano”, señala que las ciudades ocupan sólo el 0,4% de la superficie terrestre y son las principales responsables de las emisiones de carbono a la atmósfera [1]. O sea, que si sólo ocupando el 0,4% suponen un problema, ¿qué pasaría si todo ese tercer mundo que queda por industrializar alcanzase el nivel de desarrollo de los países capitalistas industrializados? La atmósfera se vería desbordada de carbono, porque las ciudades ya no serían sólo el 0,4% de la superficie (lo que ya es bastante preocupante), sino muchísimo más. Así, podemos volver a apreciar que en un sistema capitalista no interesa que los países subdesarrollados se desarrollen, pues eso supondría unas altísimas cotas de contaminación medioambiental, y un suicidio para la población mundial. Además, según la organización “Justicia y Paz”, una minoría rica de la población mundial (inferior al 20%) consume la gran mayoría de los recursos naturales, los cuales son finitos, mientras que una mayoría (superior al 80%) no dispone de casi nada. La misma organización presenta el consumo de recursos por parte de la minoría rica en las siguientes proporciones [2]:
- el 70% de la energía
- el 75% de los metales
- el 60% de los alimentos
- el 85 % de la madera
Por lo tanto, no se puede pretender que la inmensa mayoría de la población consuma al mismo nivel que los países más ricos, pues los recursos naturales se verían agotados enseguida, lo que supondría un gravísimo problema para la vida en el planeta Tierra. Queda así reflejado que, en un sistema capitalista, la igualdad no es buena, y que por lo tanto debe mantenerse a toda costa la desigualdad entre países ricos y países pobres. El capitalismo vuelve a necesitar la desigualdad, está basado en ella.


COMERCIO LIBRE (PARA ALGUNOS).
Cuando los teóricos del libre comercio hablan de él, alaban sus ventajas diciendo que es fantástico que un país pueda comerciar sus productos libremente, sin ningún tipo de trabas ni aranceles. No obstante, parece que únicamente tienen “libertad” de comercio los países ricos. Éstos tienen “libertad” para arrasar reservas naturales instalando fábricas en zonas consideradas reservas de la biosfera por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura) [3]. Los países ricos que pregonan la doctrina del libre comercio, tienen libertad para desarrollar actividades económicas en el tercer mundo, pero cuando se trata de que los países subdesarrollados hagan lo propio en el sacrosanto mercado del primer mundo formado por los países ricos, vemos que ese “libre” comercio ya no lo es tanto. Y si no, podemos echarle un vistazo a esos “controles de calidad” que impiden la entrada de los productos de China, por ejemplo, porque no cumplen con los “requisitos” necesarios para asegurar la salud de sus usuarios [4]. Por lo tanto, ese “libre comercio” no es tal. Es libre para unos, pero no para otros.


DE TODO SE PUEDE HACER NEGOCIO.
Puesto que el capitalismo busca obtener beneficios y ganancias a toda costa, una de sus características principales será aquella de querer convertirlo todo en un negocio con el que poder enriquecerse. Y en la palabra “todo” se incluye también derechos básicos que todo ser humano debería tener, como por ejemplo sanidad gratuita, educación pública (también gratuita y de calidad), y derecho a una vivienda digna. El hecho de que todas estas cosas se vean convertidas en negocios supone un claro riesgo para la sociedad, ya que, como todos los negocios, en el momento en que dejen de ser rentables desaparecen sin más. Es decir, esa sanidad, esa educación y esa vivienda se irían al traste.
Hasta hace relativamente poco, el tema de la construcción en España iba bien: se construían casas, lo cual ofrecía empleo a gran parte de la población, en su mayoría inmigrantes. Pero claro, no se construían casas atendiendo a las necesidades de la gente que iba a vivir en ellas (ya que de ser así, los precios habrían estado más asequibles, y no hemos visto nada de eso; más bien al contrario), sino a las de aquellos que poseían las inmobiliarias que construían las viviendas y se estaban forrando. En el momento en que éstos han visto que ya no había más donde construir y que, por lo tanto, no iban a obtener más beneficios, han cerrado el grifo, lo que ha tenido las consecuencias que ha tenido. Sólo en Navarra, por ejemplo, la crisis de la construcción puede enviar al paro a 9.000 personas [5], en Andalucía el número de parados podría aumentar en 63.000 [6], y en la Comunidad Valenciana el paro aumentó en 20.000 personas, siendo los inmigrantes y los jóvenes los más afectados [7]. Por no hablar del problema que puede suponer que los inmigrantes obreros (que son los que construyen las casas) de los barrios marginales se queden en paro, tal y como ocurrió en Francia, donde centenares de coches fueron quemados por inmigrantes como muestra de repulsa a su deprimente situación.
Sin salirnos del campo de la construcción de viviendas, y atendiendo al aspecto de la maximización del beneficio a base del recorte de gastos por parte de los empresarios de la construcción, es preciso hablar de los accidentes laborales, cuyo elevado número ha supuesto la aparición de un nuevo término para nombrar dicho problema: Terrorismo patronal. Según hemos visto, un empresario, cuanto menos dinero se gaste en mano de obra, tanto mejor, ya que el beneficio obtenido será mayor. Una forma de reducir los gastos en la mano de obra es invertir menos en seguridad laboral, lo que da lugar a numerosísimas muertes en los centros de producción. Así, según la organización anarcosindicalista CNT, en el año 2007 fueron 1.191 los muertos en el trabajo, y sólo en Guadalajara se produjeron 6.705 accidentes laborales, lo que supone un índice de 8 accidentes por cada 1.000 trabajadores, volviendo a afectar principalmente a inmigrantes, jóvenes y contratados temporalmente [8].
En cuanto a la sanidad, el capitalismo también deja su huella dando lugar a un servicio pésimo, falto de calidad, con unos elevados costes debidos a la privatización, y con unas condiciones tercermundistas en los hospitales públicos. No hay más que mirar a Madrid, Murcia y Valencia, tres feudos del partido capitalista por antonomasia en el Estado español: el PP. Según la FADSP (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública), la sanidad de estas tres comunidades autónomas es la peor de toda España [9], y pruebas de ello las podemos ver en hospitales públicos madrileños como La Paz, el Ramón y Cajal, el Gregorio Marañón o el Hospital de Móstoles, donde muchos enfermos ingresados tienen que pasar las noches bajo la luz de los pasillos debido a la falta de camas, soportando sus cánceres o sus pancreatitis entre el bullicio de la gente que pasa por los pasillos y los demás enfermos [10].


CONCLUSIÓN.
Vemos así, que el capitalismo, más que un modelo económico que busca el progreso del ser humano, parece más bien un sistema creado por la clase dominante para obtener beneficio a partir de la clase trabajadora y su necesidad de producir bienes para vivir. La capacidad creadora del hombre es transformada en negocio con el que unos pocos podrán lucrarse, y el hombre pasa a ser poco más que materia a explotar por la clase dominante, lo que provoca la deshumanización del individuo. Una persona es más o menos válida según sea rentable o no lo sea, y la sociedad, el conjunto de la población, no es más que un lugar donde los propietarios pueden invertir, una especie de pasto para los capitalistas. ¿Y las leyes? Las leyes simplemente legitiman ese orden social que perjudica gravemente al hombre. Sería bueno preguntarse para qué intereses se legisla a día de hoy: ¿Se legisla para los intereses de los hombres? ¿O se legisla más bien para los intereses del capitalismo?
La civilización de hoy parece algo hecho para que unos pocos se lucren. Los ciudadanos vivimos para servir a los intereses de unos pocos; no a los nuestros propios. Somos súbditos alienados por los medios de comunicación y la propaganda que aquellos que nos explotan poseen y nos hacen llegar, convirtiéndonos en sujetos pasivos, haciéndonos creer y convenciéndonos de que esto es vivir y ser libre. Nadie quiere rebelarse, porque nadie sabe que puede rebelarse, y no sabe contra quién tiene que rebelarse. El enemigo está en casa, está dentro de cada uno de nosotros, en nuestras acciones, en nuestros pensamientos y sentimientos. Vivimos en una dictadura mucho más eficaz que cualquier régimen militar. Vivimos en una dictadura mucho más eficaz que cualquier régimen comunista totalitario. Vivimos en la dictadura del capitalismo.

FUENTES:
[1] http://www.canalsolidario.org/web/publicaciones/ver/?id=686
[2]http://www.juspax-es.org/cadizceuta/noticias/Reflexi_sobre_el_Medio_Ambiente07.htm
[3] http://brazil.indymedia.org/es/blue/2007/11/401929.shtml
[4] http://www.lanacion.com.ar/archivo/Nota.asp?nota_id=961145
[5]http://www.noticiasdenavarra.com/ediciones/2008/03/11/economia/navarra/d11nav49.1187256.php
[6]http://www.libertaddigital.com/noticias/kw/andalucia/chaves/construccion/crisis/inmobiliaria/inmobiliarias/kw/noticia_1276321481.html
[7]http://www.laverdad.es/alicante/20080126/provincia/alicante-valencia-crisis-construccion-20080126.html
[8] http://www.cnt.es/noticia.php?id=3760
[9] http://www.20minutos.es/noticia/275181/0/sanidad/madrilena/peores/
[10]http://www.elpais.com/articulo/madrid/Colapso/urgencias/hospitales/elpepuespmad/20070207elpmad_4/Tes/

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