Tengo un colega que es ecologista, de izquierdas, y comprometido con los valores de respeto, tolerancia y solidaridad. Pertenece a una asociación que promueve el cuidado del medio ambiente, acude a charlas informativas acerca de las prácticas que las compañías petrolíferas desempeñan en el mundo, colabora en un boletín informativo de tendencia comunista, ayuda económicamente (cuando puede) a diversos colectivos que tienen problemas con la justicia debido a causas políticas. En definitiva, es un eco-activista comprometido con su causa.
El otro día estábamos en casa de un amigo nuestro, charlando, y mi colega ecologista llevaba una camiseta de marca Nike, compañía conocida por su explotación infantil en países orientales. Enseguida saltó mi otro amigo diciéndole algo así como que “mucho ecologismo y tal, pero luego bien que llevas camisetas Nike”, “mucho bla, bla, bla, pero luego mírate”,…El ecologista se quedó callado, sin saber muy bien qué decir, pues nuestro amigo tenía razón: se podía apreciar una cierta contradicción entre sus ideas y sus acciones.
Pero me pareció muy triste el hecho de que mi amigo hubiese tenido en cuenta las acciones de mi colega ecologista únicamente cuando éstas se contradecían con sus ideales. Otras veces, a pesar de saber que nuestro colega usa en la medida de lo posible el transporte público, tratando de evitar el privado, mi amigo nunca le ha felicitado por este comportamiento, ni le ha dicho que se siente orgulloso por él; a pesar de saber que nuestro colega ecologista recicla, nunca le ha dicho “chapó por tus valores, se te ve un tío comprometido”; a pesar de saber que siempre que puede acude a movilizaciones en defensa de los derechos de los trabajadores y demás causas sociales, nunca le ha dicho que se alegra de tener un amigo tan solidario, y nunca le ha agradecido que comparta sus bienes con los demás siempre que tiene ocasión. En definitiva, sólo ha tenido en cuenta sus acciones las pocas veces que se contradecían con sus ideas, pero las otras millones de veces que sus ideas y acciones concordaban a la perfección no ha dicho ni mu. Ha tenido más en cuenta los aspectos malos que los buenos.
He puesto el ejemplo de un eco-activista progre, pero bien puede verse la importancia que se le da a lo malo sobre lo bueno en otros aspectos de la vida. Por ejemplo, cuando quedas con una chica por primera vez, y te empiezas a rayar con “qué pensará de mí”, “la he cagado cuando le he preguntado que”, “he hecho el ridículo cuando le he dicho tal”,… ¡Diablos, pues claro que habrá cosas que has hecho mal, pero digo yo que también habrá otras tropecientasmil que habrás hecho bien! ¿Por qué te centras más en esas cosas que has hecho mal y obvias de manera tan estúpida las otras muchas cosas que has hecho bien? Como cuando se ha reído con ese chiste, cuando te ha mostrado interés en lo que le decías, cuando te ha dicho que espera volver a verte,…
Hasta aquí en cuanto a relaciones sociales se refiere, pero también podemos ver cómo prima lo malo sobre lo bueno en el ámbito académico. No sé muy bien cómo se encuentra actualmente la ley educativa que establece con cuántas asignaturas se pasa de curso y con cuántas se repite, pero creo recordar que con tener tres suspensas (de un total de diez) te hacían repetir. Cuando proponías que, a pesar de haber suspendido tres asignaturas (el 30% del curso), pudieses pasar al curso siguiente, los adultos (esas bestias negras que jamás han entendido a los niños y jamás les entenderán) te miraban atónitos, como si estuvieses diciendo una locura. Sin embargo, cuando ellos decían la soberana gilipollez de que, a pesar de haber aprobado siete asignaturas (¡el 70% del curso!) tenías que repetir el curso de nuevo en su totalidad (¡el 100%!), parecía algo de lo más lógico. Se daba más importancia a los suspensos que a los aprobados, es decir, primaba lo malo sobre lo bueno.
Y así con todo. En nuestra sociedad se le da más importancia a lo malo que a lo bueno, por eso nos va como nos va. No digo que debamos ignorar lo malo y hacer como si no existiese, ya que eso es absurdo; absurdo y cobarde me permito añadir. Debemos tener en cuenta lo malo, pero sólo para hacerle frente y corregirlo, y jamás para quedarnos mirándolo y lamentándolo. Eso sí que sería un comportamiento muy malo, y puesto que pertenezco a una sociedad que le da mucha importancia a lo malo, lo menos que puedo hacer es darle tanta importancia a ese comportamiento malo como para dedicarle una entrada entera en el blog.
El otro día estábamos en casa de un amigo nuestro, charlando, y mi colega ecologista llevaba una camiseta de marca Nike, compañía conocida por su explotación infantil en países orientales. Enseguida saltó mi otro amigo diciéndole algo así como que “mucho ecologismo y tal, pero luego bien que llevas camisetas Nike”, “mucho bla, bla, bla, pero luego mírate”,…El ecologista se quedó callado, sin saber muy bien qué decir, pues nuestro amigo tenía razón: se podía apreciar una cierta contradicción entre sus ideas y sus acciones.
Pero me pareció muy triste el hecho de que mi amigo hubiese tenido en cuenta las acciones de mi colega ecologista únicamente cuando éstas se contradecían con sus ideales. Otras veces, a pesar de saber que nuestro colega usa en la medida de lo posible el transporte público, tratando de evitar el privado, mi amigo nunca le ha felicitado por este comportamiento, ni le ha dicho que se siente orgulloso por él; a pesar de saber que nuestro colega ecologista recicla, nunca le ha dicho “chapó por tus valores, se te ve un tío comprometido”; a pesar de saber que siempre que puede acude a movilizaciones en defensa de los derechos de los trabajadores y demás causas sociales, nunca le ha dicho que se alegra de tener un amigo tan solidario, y nunca le ha agradecido que comparta sus bienes con los demás siempre que tiene ocasión. En definitiva, sólo ha tenido en cuenta sus acciones las pocas veces que se contradecían con sus ideas, pero las otras millones de veces que sus ideas y acciones concordaban a la perfección no ha dicho ni mu. Ha tenido más en cuenta los aspectos malos que los buenos.
He puesto el ejemplo de un eco-activista progre, pero bien puede verse la importancia que se le da a lo malo sobre lo bueno en otros aspectos de la vida. Por ejemplo, cuando quedas con una chica por primera vez, y te empiezas a rayar con “qué pensará de mí”, “la he cagado cuando le he preguntado que”, “he hecho el ridículo cuando le he dicho tal”,… ¡Diablos, pues claro que habrá cosas que has hecho mal, pero digo yo que también habrá otras tropecientasmil que habrás hecho bien! ¿Por qué te centras más en esas cosas que has hecho mal y obvias de manera tan estúpida las otras muchas cosas que has hecho bien? Como cuando se ha reído con ese chiste, cuando te ha mostrado interés en lo que le decías, cuando te ha dicho que espera volver a verte,…
Hasta aquí en cuanto a relaciones sociales se refiere, pero también podemos ver cómo prima lo malo sobre lo bueno en el ámbito académico. No sé muy bien cómo se encuentra actualmente la ley educativa que establece con cuántas asignaturas se pasa de curso y con cuántas se repite, pero creo recordar que con tener tres suspensas (de un total de diez) te hacían repetir. Cuando proponías que, a pesar de haber suspendido tres asignaturas (el 30% del curso), pudieses pasar al curso siguiente, los adultos (esas bestias negras que jamás han entendido a los niños y jamás les entenderán) te miraban atónitos, como si estuvieses diciendo una locura. Sin embargo, cuando ellos decían la soberana gilipollez de que, a pesar de haber aprobado siete asignaturas (¡el 70% del curso!) tenías que repetir el curso de nuevo en su totalidad (¡el 100%!), parecía algo de lo más lógico. Se daba más importancia a los suspensos que a los aprobados, es decir, primaba lo malo sobre lo bueno.
Y así con todo. En nuestra sociedad se le da más importancia a lo malo que a lo bueno, por eso nos va como nos va. No digo que debamos ignorar lo malo y hacer como si no existiese, ya que eso es absurdo; absurdo y cobarde me permito añadir. Debemos tener en cuenta lo malo, pero sólo para hacerle frente y corregirlo, y jamás para quedarnos mirándolo y lamentándolo. Eso sí que sería un comportamiento muy malo, y puesto que pertenezco a una sociedad que le da mucha importancia a lo malo, lo menos que puedo hacer es darle tanta importancia a ese comportamiento malo como para dedicarle una entrada entera en el blog.
De acuerdísimo con esto, me parece de lo mejor que has escrito últimamente ;)
ResponderEliminarEarthly.