Adoctrinamiento. Es una palabra con la que la gente se llena la boca. Los objetores a EpC dicen que Zapatero quiere “adoctrinar” a los niños mediante esa asignatura, los antisistema dicen que en las escuelas se “adoctrina” a la población para que asuman la necesaria existencia del poder, los progres dicen que en las clases de religión se “adoctrina” a los chavales para que asuman los dogmas del catolicismo,…Adoctrinamiento es la palabra.
Los medios de comunicación también adoctrinan a su manera. Cuando un jueves a las nueve de la noche ponemos Cuatro y escuchamos a Gabilondo echarle flores a ZP, podemos apreciar cómo se adoctrina a la sociedad para que tenga una visión de Zapatero determinada; y cuando por las mañanas ponemos la COPE y escuchamos a Federico Jiménez Losantos echarle otras cosas a ZP que distan mucho de ser flores, también notamos cierto adoctrinamiento hacia las masas. De otro color si se quiere, pero adoctrinamiento igual.
Los medios de comunicación también adoctrinan a su manera. Cuando un jueves a las nueve de la noche ponemos Cuatro y escuchamos a Gabilondo echarle flores a ZP, podemos apreciar cómo se adoctrina a la sociedad para que tenga una visión de Zapatero determinada; y cuando por las mañanas ponemos la COPE y escuchamos a Federico Jiménez Losantos echarle otras cosas a ZP que distan mucho de ser flores, también notamos cierto adoctrinamiento hacia las masas. De otro color si se quiere, pero adoctrinamiento igual.
En general los medios de comunicación “del poder”, por decirlo de alguna manera, adoctrinan a las masas para que acepten las premisas que los poderosos establecen. ¿Pero y los medios de contrainformación, es decir, los que ofrecen una visión alternativa de la realidad que, por lo general, suele ser crítica con el poder? ¿No están también “adoctrinando” a las masas en cierta manera? El objetivo de su adoctrinamiento es muy distinto del adoctrinamiento del poder, pero es adoctrinamiento igual, es decir, una información que no se te ofrece con el simple fin de que seas consciente de la realidad que te rodea, sino que persigue crear en ti una reacción, bien sea reírle las gracias al poder, bien sea tocarle los cojones a éste.
Conozco un chaval que comentó a sus colegas que, el día que tuviese un hijo, le educaría dentro de los valores anarquistas. Enseguida sus colegas le empezaron a acusar de adoctrinador, todos pregonaban que debería dejar al chaval elegir su opción política. Algunos de los colegas de este buen amigo mío eran votantes de partidos distintos respecto de sus padres, es decir, podría parecer a simple vista que habían tenido libertad a la hora de elegir su opción política y no habían sido adoctrinados por sus padres en ninguna dirección. Pero claro, si bien es cierto que habían elegido sus opciones políticas con total libertad, también lo es que esas opciones políticas se desarrollaban exclusivamente dentro de un marco determinado, existiendo otro marco aparte que tenían prohibido. Ese marco era lo que ellos llamaban “democracia”, y los que se movían dentro de ese marco eran los llamados “demócratas”. Así pues, ninguno de esos colegas se declaraba a favor de la actividad de ETA, ninguno cuestionaba la autoridad de la policía, todos ellos afirmaban con total rotundidad que vivían en un país democrático y que se sentían libres. Aunque sus padres les habían permitido elegir bando político con total libertad, los colegas de mi buen amigo habían crecido en un entorno en el que cada vez que ETA asesinaba a alguien se podía respirar un ambiente de tristeza en la casa, en el que cada vez que se tenía un problema con algún vecino o con cualquier otro ciudadano se recurría a la policía para que tomase cartas en el asunto y estableciese una solución, en un entorno en el que los medios de comunicación repetían hasta la saciedad que España era un país democrático mientras que otros países como Cuba o Venezuela no podían presumir de lo mismo, en un entorno en el que se les mostraba cada dos por tres cómo vivían los niños de otros países, esclavizados en las minas, y lo afortunados que ellos eran por no estar en esa misma situación. Es decir, se les estuvo adoctrinando, no para que escogiesen una opción político-religiosa concreta dentro de un campo de elección, sino para que sólo escogiesen un campo de elección determinado. Dentro de ese campo, podían escoger lo que les diese la gana, nadie les iba a reprochar para nada su elección. Ahora bien, como saliesen de ese campo y se atreviesen a optar por “el campo prohibido”, podían estar seguros de que sufrirían un gran rechazo por parte de los que estaban a su alrededor. Podrían haberles explicado que ETA es una banda que comete atentados por causas políticas, explicándoles la historia del pueblo vasco y su conflicto y qué es lo que reivindican los abertzales; pero se les presentó como una simple banda de matones que matan porque sí. Podrían haberles explicado que, en muchos casos, la policía “se pasa de la raya” con los detenidos y les somete a torturas violando los derechos humanos de una forma totalmente sádica, y que hay gente que cuestiona la existencia de la policía explicándoles en qué se basan estos “cuestionadores” para cuestionarla; pero les presentaron a la policía como una suerte de héroes que vendrán a ayudarnos cuando “los malos” (también les enseñaron que los malos eran aquellos que optaban por el “campo prohibido” antes mencionado) vengan a atacarnos. Podrían haberles explicado que hay quien cuestiona la actual “democracia” y reclama la democracia directa en su lugar, diciéndoles que se podría contemplar la organización de la sociedad de abajo a arriba, donde las decisiones importantes fuesen tomadas en asambleas vecinales y obreras; pero sólo les mostraron la democracia que tenían ante ellos, esa democracia en la que 350 personas “elegidas” por el pueblo (entrecomillo “elegidas” porque las listas siguen siendo cerradas) se reúnen en un hemiciclo en “representación suya” (entrecomillo de nuevo porque de todos es sabido que el poder JAMÁS tomará una decisión en favor del pueblo si ésta contraviene los intereses de las multinacionales) a tomar las decisiones que al pueblo mismo van a afectar. Podrían haberles explicado el concepto “libertad” como aquella condición en la que puedes tomar las riendas de tu vida sin que nadie interfiera en ella, pero les enseñaron que la libertad consistía en decir lo que quisieses sin que te pegasen (véase esta antigua entrada). Es decir, les mostraron las cosas parcialmente, desde un punto de vista concreto: les adoctrinaron. No podemos culpar a los padres de ello; al fin y al cabo, la visión del mundo que éstos ofrecían a sus hijos no era más que el resultado de aquella que ellos habían recibido de sus padres (los abuelos), y la de éstos también venía conformada por sus padres (los bisabuelos), y la de éstos igual, y así sucesivamente.
Sus padres también les adoctrinaron a ellos dentro de los principios demócratas, por lo que no tiene ningún sentido que sean ellos precisamente los que acusen a su amigo de adoctrinador por pretender educar a su hijo dentro de los valores anarquistas.
¿Por qué no aceptarlo? Estamos adoctrinados. Se nos ha adoctrinado desde pequeños. Nuestros padres, profesores, curas, medios de comunicación, nuestro entorno,…TODO nos ha adoctrinado. Todo ha influido en nosotros con vistas a que actuemos de una determinada manera. Y aunque nos llenemos la boca diciendo que a nuestro hijo nunca le vamos a adoctrinar, y le vamos a dejar que elija lo que él quiera, no será así. Le adoctrinaremos como el que más. Todos tenemos un modelo de perfección en nuestra mente, y será el que tratemos de plasmar en nuestros hijos, así será como les adoctrinemos.
Llegando pues, a la conclusión de que todo el mundo nos va a adoctrinar, no tiene sentido, por ejemplo, elegir los medios de comunicación en función de si son fiables o no, en función de si son objetivos o no lo son. ¡Claro que no son fiables, y mucho menos objetivos! Sabiendo que nos van a adoctrinar, nuestro criterio a la hora de elegir los medios debe ser otro distinto a la objetividad y a la fiabilidad. Se me ocurre que podría ser el interés que cada medio defiende, es decir, ver cuáles son nuestros intereses, ver cuáles son los intereses de los medios y, a partir de ahí, elegir aquél que más nos convenga. Es algo parecido a cuando eliges un abogado. Llegado el juicio, tú no quieres que tu abogado sea objetivo, a ti la objetividad en esas circunstancias te da más bien igual, lo que quieres es que te defienda. Y si para eso tiene que mentir, que mienta, eso es lo de menos. Lo importante es que te saque de esa por cualquier medio, la objetividad que tenga tu abogado respecto a los hechos te importa tres cojones. Pues con los medios debe ser algo parecido. Elijamos los medios que defiendan nuestro interés. Punto.
Esto que he escrito puede parecer una burrada, un asesinato del pensamiento crítico. Quizá lo sea, no seré yo el que lo niegue, pero, los que así penséis, haceos la siguiente pregunta: ¿Quién asesina más al pensamiento crítico: aquél que ELIGE LOS MEDIOS que defienden sus intereses, o aquél que ES ELEGIDO POR LOS MEDIOS para defender los intereses de éstos últimos?
Lo cierto es que esta última pregunta que he lanzado carece completamente de sentido porque, ¿quién me dice a mí que yo no “he sido elegido” por los medios para defender los intereses de éstos? Lo dicho: adoctrinamiento.
Conozco un chaval que comentó a sus colegas que, el día que tuviese un hijo, le educaría dentro de los valores anarquistas. Enseguida sus colegas le empezaron a acusar de adoctrinador, todos pregonaban que debería dejar al chaval elegir su opción política. Algunos de los colegas de este buen amigo mío eran votantes de partidos distintos respecto de sus padres, es decir, podría parecer a simple vista que habían tenido libertad a la hora de elegir su opción política y no habían sido adoctrinados por sus padres en ninguna dirección. Pero claro, si bien es cierto que habían elegido sus opciones políticas con total libertad, también lo es que esas opciones políticas se desarrollaban exclusivamente dentro de un marco determinado, existiendo otro marco aparte que tenían prohibido. Ese marco era lo que ellos llamaban “democracia”, y los que se movían dentro de ese marco eran los llamados “demócratas”. Así pues, ninguno de esos colegas se declaraba a favor de la actividad de ETA, ninguno cuestionaba la autoridad de la policía, todos ellos afirmaban con total rotundidad que vivían en un país democrático y que se sentían libres. Aunque sus padres les habían permitido elegir bando político con total libertad, los colegas de mi buen amigo habían crecido en un entorno en el que cada vez que ETA asesinaba a alguien se podía respirar un ambiente de tristeza en la casa, en el que cada vez que se tenía un problema con algún vecino o con cualquier otro ciudadano se recurría a la policía para que tomase cartas en el asunto y estableciese una solución, en un entorno en el que los medios de comunicación repetían hasta la saciedad que España era un país democrático mientras que otros países como Cuba o Venezuela no podían presumir de lo mismo, en un entorno en el que se les mostraba cada dos por tres cómo vivían los niños de otros países, esclavizados en las minas, y lo afortunados que ellos eran por no estar en esa misma situación. Es decir, se les estuvo adoctrinando, no para que escogiesen una opción político-religiosa concreta dentro de un campo de elección, sino para que sólo escogiesen un campo de elección determinado. Dentro de ese campo, podían escoger lo que les diese la gana, nadie les iba a reprochar para nada su elección. Ahora bien, como saliesen de ese campo y se atreviesen a optar por “el campo prohibido”, podían estar seguros de que sufrirían un gran rechazo por parte de los que estaban a su alrededor. Podrían haberles explicado que ETA es una banda que comete atentados por causas políticas, explicándoles la historia del pueblo vasco y su conflicto y qué es lo que reivindican los abertzales; pero se les presentó como una simple banda de matones que matan porque sí. Podrían haberles explicado que, en muchos casos, la policía “se pasa de la raya” con los detenidos y les somete a torturas violando los derechos humanos de una forma totalmente sádica, y que hay gente que cuestiona la existencia de la policía explicándoles en qué se basan estos “cuestionadores” para cuestionarla; pero les presentaron a la policía como una suerte de héroes que vendrán a ayudarnos cuando “los malos” (también les enseñaron que los malos eran aquellos que optaban por el “campo prohibido” antes mencionado) vengan a atacarnos. Podrían haberles explicado que hay quien cuestiona la actual “democracia” y reclama la democracia directa en su lugar, diciéndoles que se podría contemplar la organización de la sociedad de abajo a arriba, donde las decisiones importantes fuesen tomadas en asambleas vecinales y obreras; pero sólo les mostraron la democracia que tenían ante ellos, esa democracia en la que 350 personas “elegidas” por el pueblo (entrecomillo “elegidas” porque las listas siguen siendo cerradas) se reúnen en un hemiciclo en “representación suya” (entrecomillo de nuevo porque de todos es sabido que el poder JAMÁS tomará una decisión en favor del pueblo si ésta contraviene los intereses de las multinacionales) a tomar las decisiones que al pueblo mismo van a afectar. Podrían haberles explicado el concepto “libertad” como aquella condición en la que puedes tomar las riendas de tu vida sin que nadie interfiera en ella, pero les enseñaron que la libertad consistía en decir lo que quisieses sin que te pegasen (véase esta antigua entrada). Es decir, les mostraron las cosas parcialmente, desde un punto de vista concreto: les adoctrinaron. No podemos culpar a los padres de ello; al fin y al cabo, la visión del mundo que éstos ofrecían a sus hijos no era más que el resultado de aquella que ellos habían recibido de sus padres (los abuelos), y la de éstos también venía conformada por sus padres (los bisabuelos), y la de éstos igual, y así sucesivamente.
Sus padres también les adoctrinaron a ellos dentro de los principios demócratas, por lo que no tiene ningún sentido que sean ellos precisamente los que acusen a su amigo de adoctrinador por pretender educar a su hijo dentro de los valores anarquistas.
¿Por qué no aceptarlo? Estamos adoctrinados. Se nos ha adoctrinado desde pequeños. Nuestros padres, profesores, curas, medios de comunicación, nuestro entorno,…TODO nos ha adoctrinado. Todo ha influido en nosotros con vistas a que actuemos de una determinada manera. Y aunque nos llenemos la boca diciendo que a nuestro hijo nunca le vamos a adoctrinar, y le vamos a dejar que elija lo que él quiera, no será así. Le adoctrinaremos como el que más. Todos tenemos un modelo de perfección en nuestra mente, y será el que tratemos de plasmar en nuestros hijos, así será como les adoctrinemos.
Llegando pues, a la conclusión de que todo el mundo nos va a adoctrinar, no tiene sentido, por ejemplo, elegir los medios de comunicación en función de si son fiables o no, en función de si son objetivos o no lo son. ¡Claro que no son fiables, y mucho menos objetivos! Sabiendo que nos van a adoctrinar, nuestro criterio a la hora de elegir los medios debe ser otro distinto a la objetividad y a la fiabilidad. Se me ocurre que podría ser el interés que cada medio defiende, es decir, ver cuáles son nuestros intereses, ver cuáles son los intereses de los medios y, a partir de ahí, elegir aquél que más nos convenga. Es algo parecido a cuando eliges un abogado. Llegado el juicio, tú no quieres que tu abogado sea objetivo, a ti la objetividad en esas circunstancias te da más bien igual, lo que quieres es que te defienda. Y si para eso tiene que mentir, que mienta, eso es lo de menos. Lo importante es que te saque de esa por cualquier medio, la objetividad que tenga tu abogado respecto a los hechos te importa tres cojones. Pues con los medios debe ser algo parecido. Elijamos los medios que defiendan nuestro interés. Punto.
Esto que he escrito puede parecer una burrada, un asesinato del pensamiento crítico. Quizá lo sea, no seré yo el que lo niegue, pero, los que así penséis, haceos la siguiente pregunta: ¿Quién asesina más al pensamiento crítico: aquél que ELIGE LOS MEDIOS que defienden sus intereses, o aquél que ES ELEGIDO POR LOS MEDIOS para defender los intereses de éstos últimos?
Lo cierto es que esta última pregunta que he lanzado carece completamente de sentido porque, ¿quién me dice a mí que yo no “he sido elegido” por los medios para defender los intereses de éstos? Lo dicho: adoctrinamiento.
PD: Añado a la sección de VÍDEOS Y DOCUMENTALES el documental de La Historia de las Cosas, bastante crítico con el sistema capitalista. También, en la sección de MIS TEXTOS FAVORITOS he colgado algunos textos publicados en insurgente.org acerca de Colombia, y críticos con el Gobierno de Uribe.
La foto ha sido cogida de aquí.
Es imposible no educar a tus hijos dentro de un marco que es el que cada uno considera lo correcto, es algo lógico. No sería racional decirle a tu hijo: "bueno, violar personas está mal aquí por xxxx, pero si te vas a x lugar está bien por xxxx, ala decide"
ResponderEliminarTodos necesitamos tener unos esquemas de valores, para ser coherentes con ellos y darle un sentido a nuestra vida.
Es parte de la cultura de cada lugar, esto deriva en adoctrinamiento (a mi entender) cuando la educación se usa para mantener intacto tal sistema social, tales estructuras inamovibles, tal regimen de privilegios, impidiendo a su vez que el libre desarrollo humano vaya modificando el sistema de relaciones humanas según los individuos que viven.
En cauanto a la objetividad, dejemoslo para los marxistas ya que llaman a sus creencias "científicas" y lo demás es superchería. Yo creo que no existe la objetividad en tanto que las personas somos sujetos activos, que expresan opiniones desde esa actividad, no desde el Olimpo de los dioses.
No creo que por leer siempre los mismos medios, se coincida con todo lo que se lee; incluso a lo mejor coincides más con otra opinion de otro medio, por tanto el pensamiento crítico se formaría leyendo, relacionandose etc. con gente diversa, sin censura de ningún tipo, ampliandose mutuamente los puntos de vista de cada cual.
Leer siempre la misma linea de comentarios sí es un poco adoctrinarse, porque solo contribuye a un reafirmamiento de la propia opinión (que tambien está bien) pero sin ver las cosas desde nuevas persepectivas.
No se si me he explicado.
Un saludo!
Hector