El otro día, iba con dos colegas por la calle y nos cruzamos con un cartel que anunciaba unas clases de golf para el verano. Uno de mis colegas le dijo al otro: "oye, pues nos podríamos apuntar", a lo que el otro contestó "pues la verdad es que sí". El que se apunten o no da igual para el tema que pretendo tratar ahora, no sé si al final recibirán esas clases de golf o no. El caso es que cuando mi colega le "propuso" (más adelante explicaré el entrecomillado) apuntarse a mi otro amigo, me asaltaron preguntas del tipo: ¿Realmente elegimos en libertad? ¿Realmente hacemos lo que queremos? ¿O más bien hacemos lo que queremos de entre lo que nos ofrecen, es decir, hacemos lo que quieren que hagamos?
A simple vista, podría parecer que mi colega "quiso" apuntarse a esas clases de golf, pero, en verdad, ¿qué hubiese pasado si nunca nos hubiésemos cruzado con ese cartel? ¿Habría querido mi colega apuntarse a clases de golf? La respuesta es NO. Me atrevo incluso a decir que jamás se le hubiese pasado por la cabeza. Sin embargo, fue ver el cartel, y ya, como por arte de magia, le entró un antojo de dar clases de golf, como si fuese lo que siempre había querido durante toda su vida, y ahora por fin tenía la oportunidad de llevarlo a cabo.
Desengañémonos, hacemos lo que hacemos, no porque queramos, sino porque nos han dicho que lo hagamos. Nos ofrecen un conjunto de posibilidades, y elegimos una de entre todas. Con libertad, sí, pero tras haber pasado por un filtro que "alguien" ha puesto. La pregunta que se nos plantea es: "De entre todas estas cosas, ¿qué quiero hacer?", cuando en realidad, si de verdad eligiésemos y viviésemos en libertad, la pregunta sería más bien esta: "¿Qué quiero hacer?", sin lo anterior.
Nuestro ocio, lo que "queremos" hacer, no es lo que queremos realmente; es lo que nos han dicho que "podemos querer". Al presentarnos sólo unas pocas posibilidades donde elegir, nos están ocultando otras tropecientasmil que también podríamos escoger. Por eso al principio del texto he entrecomillado la palabra "propuso", porque en realidad mi amigo no propuso nada de nada, no fue una idea que le surgió en exclusiva a él, sino que alguien ya se lo había dado propuesto.
Como en realidad todo lo que hacemos no lo hacemos libremente, el ser humano se ve obligado a hacer cosas de forma realmente libre, esto es, que no se lo hayan propuesto hacer, que se le haya ocurrido a sí mismo por voluntad propia. Por ejemplo, de entre todas las cosas que a través de los medios se les propone a los jóvenes para dedicar su ocio, hay una que no se les ha propuesto y que, curiosamente, la inmensa mayoría de los jóvenes hace: el botellón. En ningún medio de comunicación se anima a los jóvenes a hacer botellón, más bien al contrario. Sin embargo, es raro el joven que alguna vez no haya estado en algún botellón. ¿Por qué? Mi teoría es esa, que es lo único que pueden elegir hacer libremente, sin que nadie les haya dicho/propuesto que lo hagan.
Antes he hablado de clases de golf, pero pasa con todo. Desde esa bolsa de pipas que compras en el chino hasta ese cochazo tan lujoso que adquieres en el concesionario, pasando por ese viaje a tomar por culo que has visto anunciado en esa agencia de Halcón Viajes. Todo lo que haces porque "quieres" hacerlo no lo haces libremente, sino que alguien te lo ha propuesto. Si de verdad pretendes hacer aquello que quieres, apaga la tele, el pc, la radio, cierra el periódico, mira a la gente con la que te cruces a los ojos y pregúntate "¿qué quiero hacer"? Una vez tengas la respuesta, hazlo.
PD: La foto está sacada de aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario